«Tra, tra, malamente». Imagínese. 15 de junio. Calor. Rosalía abarrota el Coso de los Califas en la Noche Blanca del Flamenco, y entre el público, en zona vip y sin sudar, la flamante alcaldesa o el flamante alcalde de Córdoba. Allí estará y no precisamente malamente. Para pasar el Rubicón de la investidura, el 15 de junio, queda apenas un mes, y para que vislumbremos el perfil del próximo gobierno de Capitulares, una semana. Tic-tac-tic-tac.

Nervios muchos, merchandising cortito y con sifón. ¡Qué lejanos quedan los tiempos -y fue en el 2015 cuando Rafael Gómez concurrió por segunda y última vez a las locales- de aquellas campañas bien alicatadas, con su plato de ducha y sus buenas sardinas en espeto! ¡Qué triste ha quedado el patio con un par de chapitas y un puñado de globos! «¿Y así quieren que los votemos?», le espetó una señora mayor a un candidato, tras mirar la frugal mesa donde habían esparcido sus escasas chucherías electorales.

La parquedad se ha extendido también a los actos públicos de los alcaldables, que pueden contarse con los dedos de una mano. Quitando las intervenciones diarias ante los medios de comunicación y el reparto de propaganda en el mercadillo de turno (¿por qué?) son pocos, apenas IU y PP, los que están celebrando actos abiertos al público por las tardes. La primera semana, al menos, se está haciendo una campaña de baja intensidad, con actos selectivos y encuentros con colectivos donde se busca la cercanía, pero de mitin propiamente dicho, ni rastro.

En contenidos, las derechas están apostado por una campaña propositiva, de programa, medidas y anuncios; frente al bloque de izquierdas, que quiere, además de vender su modelo de ciudad, acentuar la pugna ideológica, que tan buenos resultados le dio, por lo menos, al PSOE el 28-A. La alcaldesa y candidata socialista, Isabel Ambrosio, está llamando a lograr «una gran mayoría» y ha pedido que ningún «voto progresista» se quede en casa el primer domingo de feria (tiene guasa la cita).

En el debate de Canal Sur (el único celebrado hasta ahora), tanto José María Bellido (PP), como Isabel Albás (CS) hablaron de «gestión» en discursos desideologizados. Y el mismo Vox, que quemó las naves en las generales y que ahora se prodiga más en los medios, no ha dicho ni una palabra de los temas más ideológicos de su programa. Bien es cierto que tampoco ha hecho falta avivar ningún debate, porque la exposición Maculadas sin remedio (que pasó por Sevilla sin pena ni gloria), con acto vandálico y misa de desagravio incluida, se ha convertido en el tema electoral de la semana.

En cuanto a contenidos, la estrella sigue siendo el funcionamiento de la Gerencia de Urbanismo, y ya ha habido algunas propuestas de tra, tra, malamente. Por ejemplo, construir piscinas en todos los barrios de Córdoba (Vox), dentista gratis para quien no pueda pagarlo (Podemos) y aparcamientos a punta de pala (PP).

Ya se ha dicho que el enemigo del 26-M es la abstención (en el 2015 fue del 43%) y la desmovilización del electorado. Sigue siendo una incógnita qué harán con su papeleta los 18.000 votantes potenciales de Ganemos en Común, apeados a la fuerza e injustamente de la carrera electoral. La formación, en la que confluyeron Ganemos, Equo e Iniciativa del Pueblo Andaluz, no ha pedido públicamente el voto, aunque hoy mismo celebra una asamblea para mostrar que están vivos. Su mensaje se centra en pedir que nadie vote por equivocación al falso Ganemos, algo que no es en absoluto desdeñable entre los electores más despistados. Por contra, solo Podemos ha pedido a los votantes de Ganemos que lo apoyen, ya que IU ha preferido no hacerlo. Veremos.

En la derecha, el PP está contento con los sondeos que maneja. Le dan el gobierno municipal, gracias a una alianza con Cs y Vox, aunque empatan con el PSOE. Los sondeos populares dicen que a la izquierda del PSOE el desplome va a ser antológico. Pedro García, por contra, afirma que «huele un buen resultado para IU», y los socialistas interpretan la necesidad de airear sondeos como la evidencia de que en la derecha no están tranquilos. Y todos, unos y otros, saben de más que la única encuesta que vale, tra, tra, es la del 26-M.