El gobierno municipal ha decidido mantener abierta la Ciudad de los Niños al tiempo que se hace una auditoría «juego por juego» del parque infantil, reabierto tras una reforma y en el que se han producido dos incidentes. El primero, por fortuna sin heridos, el desplome de una atracción acuática instalada por la firma Vortex, y el segundo, el desplome de un columpio instalado por HPC sobre una niña, que ha resultado con fracturas de tibia y peroné. Las empresas citadas son las que se ocuparon de la reforma, y a las que --independientemente de las demandas que pueda poner la familia de la pequeña-- el Ayuntamiento va a exigir responsabilidades. El desgraciado asunto ha entrado en la agenda de la polémica política, con el PP pidiendo la dimisión de la concejala de Infraestructuras y la alcaldesa calificando esta petición de «barbaridad», pues ni siquiera se sabe la causa de estos incidentes. Es evidente que el gobierno local no es culpable de lo ocurrido, aunque sí responsable de lo que pase en la Ciudad de los Niños. Por eso, cabe preguntarse qué gana el Ayuntamiento manteniendo abierto un sitio que está bajo revisión. ¿No puede prescindir Córdoba durante unos días o unas semanas del parque infantil hasta que termine la auditoría? ¿Hay algo mejor que extremar las medidas de seguridad, especialmente ante usuarios infantiles? Aquí no se trata de pulsos políticos, sino de curarse en salud y no asumir riesgos innecesarios.