La gran reforma de la Eurozona nació con el objetivo de corregir los defectos estructurales destapados por la última gran crisis económica y blindar de una vez por todas al sistema financiero europeo y a la moneda única. Un año después, los ambiciosos planes -que incluían un superministro y un presupuesto para la Eurozona, un fondo de garantía de depósitos o hasta un fondo monetario europeo- han perdido fuelle por el freno constante de los países del norte y los ministros de economía y finanzas de la zona euro intentan sacar adelante una reforma de mínimos que salve la próxima Eurocumbre.

Los dos elementos en vías de acuerdo son el refuerzo de las competencias del Mecanismo Europeo de Estabilidad, que tendrá un mayor peso en la supervisión económica de los países y gestión de los rescates bancarios, así como una red de seguridad de la unión bancaria. Se trata de una especie de cortafuegos de último recurso, que estaría dotado según la propuesta original con 60.000 millones, que se podrá utilizar en caso de emergencia para rescatar bancos en quiebra. Los ministros estarían «muy cerca» de resolver ambas cuestiones. En cambio, lejos de un presupuesto para la Eurozona.