Los paros de cuatro horas en Renfe (de 12.00 a 16.00 horas y de 20.00 a 24.00) abrieron ayer un inicio de vacaciones marcado por los conflictos laborales, entre ellos el de los vigilantes de seguridad, que han registrado huelga indefinida a partir del próximo 9 de agosto; y el personal de tierra de Iberia del aeropuerto de El Prat, que ya tuvo un primer capítulo el pasado fin de semana y medita si llevar a cabo una segunda tanda de protestas en agosto.

En cuanto a los paros en Renfe, CGT, el sindicato convocante, considera que el seguimiento del paro fue «masivo» y lo situó en el 85%, mientras que Renfe lo situó en el 2,9% de los que podían hacerlo. Esta fue la primera de las cuatro jornadas de huelga previstas y que, si no hay antes un acuerdo, se repetirán el 14 y 31 de agosto y el 1 de septiembre, jornadas que también son de elevada movilidad de viajeros. El sindicato considera que los servicios mínimos fueron excesivos y lo denunciará ante la inspección de Trabajo.

El Ministerio de Fomento fijó unos servicios mínimos de un 75% como máximo en las horas punta de Cercanías y del 50% en las valle. Además, determinó un 65% de operación en los trenes de media distancia, un 78% en alta velocidad-larga distancia y un 25% en mercancías. Los paros fueron de las 12.00 a las 16.00 horas y de las 20.00 y las 24.00 horas. Las mayores incidencias en esta primera jornada se vivieron en Cercanías, por el menor número de trenes en circulación, lo que provocó una mayor acumulación de viajeros en los andenes.

Renfe canceló preventivamente unos 170 trenes de pasajeros y más de un centenar de mercancías, que se elevan a más de 700 y más de 400, respectivamente para los cuatro días de paros. La compañía aseguró que la huelga se había desarrollado con total normalidad. Con esta medida, CGT reclama un aumento de las tasas de reposición en la plantilla. Esta es la segunda huelga en Renfe en lo que va del verano tras la convocada por CCOO.