La lluvia, que llegó entrada ya la segunda parte, no deslució el espectáculo ofrecido por las aficiones del Córdoba y del Cádiz. Los amarillos llegaron en un número aproximado de 1.500 hinchas a El Arcángel y animaron sin cesar, aunque encontraron la férrea y sana competencia de los blanquiverdes, que respondieron de la mejor manera que puede hacerse en este deporte, con sana rivalidad. Los cadistas aprovecharon el primer gol del partido, obra de Manu Vallejo, para corear «que bote el Carranza», pero el tanto del empate, anotado por De las Cuevas, llegó solo dos minutos después. Respondió la afición blanquiverde con un «esto es Córdoba, y aquí hay que…» en fin, ya saben ustedes como acaba la frase. Nadie que estuviese en el estadio puede decir que no fue un espectáculo bonito y, por momentos, emocionante. Ver a tantos miles de aficionados del Córdoba y del Cádiz vibrar con sus equipos, animar hasta el final y dejarse la garganta para poner un gramo, una micra de su parte en una resolución positiva del partido. El partido acabó con victoria del Cádiz, gracias a dos goles postreros, los de Marcos Mauro y Aketxe. Entonces la hinchada amarilla sacó su mejor arsenal, cantó, vibró y celebró la victoria final como lo hacen las aficiones corteses, aplaudiendo a sus jugadores, sonriendo pero acordándose de la mejor manera del club anfitrión, el Córdoba, cantando el himno de Andalucía, símbolo de lo único que debe ser un duelo regional entre dos equipos en Segunda.

No hubo camaradería ni podía haberla, porque aún está fresco en la mente de los dos equipos y de sus dos aficiones el partido de la temporada pasada, con algunos incidentes en la zona visitante y la intervención de la policía. Pero ayer se restañaron algunas heridas y se recuperó el espectáculo de una grada alegre. Y de otra triste. Porque en El Arcángel se vivió la enésima derrota del Córdoba esta temporada y, unos minutos después, el despido de Sandoval como entrenador del club. Para aquel momento la lluvia arreciaba, los paraguas se abrían y el público se marchaba. Se apagaron las luces y se acabó la función. El ciclo de Sandoval se cierra, pero con una afición como la del Córdoba, viva y anhelante de tiempos mejores, será el paso a un nuevo momento. Con otro protagonista en el banquillo, pero con la misma sangre viva en la grada.