El festival de música avanzada y cultura digital Sónar cerró en la madrugada de este domingo su primera edición en Atenas habiendo inundado la cuna de la democracia de las últimas tendencias, sonidos vanguardistas y las visuales más futuristas.

El festival acogió 33 actuaciones musicales repartidas en tres escenarios en uno de los barrios de moda de la capital helena. Una zona industrial llena de bares y discotecas junto a las ruinas del antiguo cementerio de Keramikos, la mayor necrópolis del país, colindante con el Ágora Antigua de Atenas.

«Venía principalmente por HVOB y mi amiga Danae me ha hablado de Kalkbrenner. Me ha encantado. Aquí tenemos algunas salas (de música electrónica), puedes salir y pasarlo bien pero esto está a otro nivel», dice a Efe Jristos, asistente ateniense de 21 años.

Para su primera edición en Atenas, el festival que nació en 1994 en Barcelona se ha centrado en la música electrónica europea, aunque también ha contado con contrapuntos del este, en un guiño a lo que es, en realidad, la capital helena: el hogar de una cultura ancestral, un choque constante de civilizaciones, el caldo de cultivo urbano perfecto para la escena creativa underground y el «hazlo tú mismo».

Esta edición, aunque más reducida que su matriz barcelonesa, apuntó alto y cumplió con las expectativas del público heleno e internacional que acudió a la cita.

Ardy, Tom y Alex están entre los 26 y los 30 y han volado específicamente desde Londres hasta Atenas para el festival. «Sí, en Londres tenemos una gran escena musical pero ¿por qué no? Hace buen tiempo, aprovechamos para hacer turismo, ver la Acrópolis...», explica Ardy tras el gran pelotazo del festival: Paul Kalkbrenner. Su visita había generado expectativas y no defraudó. La estrella de la electrónica berlinesa -lanzado a la fama por la banda sonora de la película Berlín Calling (2008)-, no vino tanto a sorprender como a romper la pista, cosa que logró sin lugar a dudas.