María Teresa López nació en 1913 en Argentina, de una familia de emigrados cordobeses que regresó a Córdoba cuando ella tenía 7 años. Vivían en el barrio de San Pedro, y le hablaron de su belleza al pintor Julio Romero de Torres, que se interesó por ella y la llamó a posar. En 1930 ella fue la modelo de La Chiquita Piconera, probablemente uno de los cuadros más famosos de Romero de Torres, pues circuló en los billetes de 100 pesetas emitidos en 1953, hoy de interés de los coleccionistas. La vida de esta mujer, que falleció en Córdoba en el año 2003, estuvo marcada por esa etapa de modelo y sufrió mucho por los rumores que despertaba su relación con el artista, de la que ella siempre dijo que no hubo ningún encuentro sentimental.

Ahora, María Teresa López se convierte en personaje literario de la mano de Priscila Velánquez, una licenciada en Economía natural de la República Dominicana que, aunque ha dedicado su trayectoria profesional hasta el año 2015 al mundo económico, ha dado el salto hacia la literatura con La valiente piconera, La valiente piconera,publicada por Editorial Caligrama. La obra parte del parecido físico de dos mujeres, Maria Teresa y una caribeña llamada Carmen Vélez, para reunirlas en sus vivencias y en el destino de sus vidas. Con alternancia de primera y tercera persona, a través de tres países (España, República Dominicana y Colombia), el drama conmueve por su narrativa realista, explican en la sinopsis de la obra. El uso dosificado del estilo florido y poético logra sonoridad y ritmo trasladando profundamente pasión, sensualidad y sentimientos. Estamos ante un texto intimista y de ficción especulativa.

Priscila Velázquez, desde Colombia, donde reside actualmente, comenta con Diario CÓRDOBA los porqués de estos personajes femeninos.

¿Qué la ha empujado desde la actividad empresarial a la literaria?

Desde siempre la literatura ha estado presente en mi vida, como una sombra silenciosa, bendita e imprescindible. Leí la colección de clásicos de la biblioteca de mis padres antes de los quince años y escribía cartas para ellos, para los reyes magos, luego cartas para mí, para mis vivos, para mis muertos, un diario, poesía, relatos. Quería desde hace varios años escribir la historia del personaje Carmen pero la vida corporativa no me dejaba el tiempo suficiente para hacerlo. Entonces llegó el empujón del que hablas, un traslado a Colombia que no fue opcional, era la mejor decisión para mi familia, no la más apetecible para mí. Me angustió dejar de hacer lo que siempre había hecho: hacer de empleada, hacer de empresaria. Pero sin duda eso me permitió encontrar mi verdadera vocación: ser escritora. Entonces dediqué horas a este ejercicio literario, que disfruté mucho y parece que salió bien.

¿Qué relación tiene usted, desde República Dominicana, con España y en concreto con Córdoba y 'La chiquita piconera'?

Nací en República Dominicana, estoy casada con un vasco que se crió en Madrid. Con Córdoba no tengo relación alguna más que mi debilidad por el rabo de toro, el salmorejo y el cariño que evocó conocerla. Estuve bajo el manto blanco de sus callejuelas alguna vez. España es mi segunda Patria, paso largas temporadas allí. Estos desplazamientos geográficos han sido beneficiosos para la novela sin duda. Sin ellos, sin mi vasco madrileño y sin su primo Joseba quien advirtió por primera vez el parecido físico entre las protagonistas, tal vez no reivindicara la vida de la musa cordobesa. Carmina existiría sin duda. María Teresa quizá no.

La modelo de ese cuadro, María Teresa López, posó para varios cuadros de Julio Romero de Torres, y murió a edad muy avanzada en Córdoba. ¿Qué sabía usted de ella?

Nada. Desconocía a la musa y al pintor.

¿Por qué entonces La Chiquita Piconera,

El tema surgió una noche en mi salón, necesitaba una pared universal donde rebotara la historia de la dominicana Carmen y recordé una agradable cena con el único primo de mi marido, que resaltó la semejanza física entre la modelo cordobesa, María Teresa González (la otra protagonista) y Carmen Vélez. Me pregunté: ¿por qué no?, así inicia la historia:

"—Pareces salida de una obra de Julio Romero de Torres —me declara esta noche Joseba, el único familiar de mi pareja que aún no conocía, luego de estamparme un beso en cada mejilla, mientras se acomoda en la mesa y me mira, mirándome.

[…]—¡Hala, mujer! Un pintor cordobés que perpetuó la belleza morena. Me recuerdas con exactitud su obra La chiquita piconera”.

Luego al documentarme sobre la vida de María Teresa, creé entre ellas, además del parecido físico, otros paralelismos más profundos y evidentes que confluirán en una historia de dos mujeres salidas del molde que pretende contenerlas.

También noto parecido con usted. ¿No habrá alguna relación familiar más o menos lejana?

Ninguna.

Háblenos de su novela: ¿Qué cree que aporta en el panorama literario?

Es una novela que regala esperanza y otorga poder a quien la lee. A través del trasfondo social universal que enfrentan sus protagonistas (la violencia intrafamiliar, la discriminación, la culpa, el abandono, dos historias de amor y una candente sexualidad vivida sin prejuicios) intento volver comprensible y tolerable, desde la empatía y la profunda emoción, la humanidad en claroscuro que nos habita a cada uno de nosotros y, desde el libre albedrío transformarla. Con esta intención fue sembrada y así cosechó aceptación en anónimos lectores y en críticos de literatura que honraron a con el premio XVII Accésit de Narrativa Femenina Princesa Galeana, 2018, en Toledo España; quedando también finalista en el Certamen de narrativa Camilo José Cela 2018, Guadalajara, España; y ahora, por su valía literaria y comercial, el sello Talento de Caligrama.

No es una novela histórica, parto de la realidad y la convierto en ficción

¿Qué tiene de 'histórico' y qué de fantasía?

-María Teresa López existió. El lienzo es patrimonio de la pintura universal. Julio Romero de Torres también es un personaje real. Definitivamente honro los hechos históricos y la cronología, eso da coherencia a la novela, credibilidad. Pero no es una novela histórica. Parto de una historia real y creo la ficción. Me inspira y apasiona pensar que detrás de las pinturas hay humanidad y las recreo.

¿A qué tipo de lectores se dirige?

La recomendaría al público adulto, femenino y masculino. A este último les facilita la inmersión en la mentalidad femenina. Aprenderían de ese universo. Encontrarán una novela donde aprender, otras una novela donde verse reflejadas o donde ansiar verse reflejadas. He encontrado críticos que apuntan que en un momento como el actual en que la igualdad entre hombre y mujer está sobre la mesa, una novela con dos protagonistas como estas, con un trasfondo social importante podría tener un público asegurado. Otros han dicho que es una historia bastante cinematográfica. Fácilmente adaptable a un guión de cine, que contiene varios de los elementos que triunfan: no una, sino dos historias de amor y algo de buen sexo.

¿Pensaba usted viajar a España para presentar su libro?

Sí, tengo mucha ilusión de presentarlo en Madrid, y ojalá en Córdoba.

La pandemia del coronavirus

¿Cómo están viviendo en su país la situación por la pandemia del coronavirus?

Mi país tiene una realidad difícil de paliar. En Dominicana se han tomado medidas prudentes, oportunas y firmes. Estamos en cuarentena. Hay un nicho privilegiado que podemos resistir. Pero la mayoría del pueblo es pobre, hay mucha economía informal que vive al día. Es casi imposible mantener el encierro por mucho tiempo. Temo que estos ciudadanos saldrán muy pronto cuando su pregunta sea ¿muero de covid-19 o muero de hambre?

¿Y usted, está también confinada en su casa?

Por supuesto. Llevo unos años trabajando desde casa, mi mejor refugio así que lo llevo más o menos bien. Un más o menos bien triste, por la gente que debe salir, que no tiene alternativa, que está muriendo que puede morir.

¿Tiene en mente continuar su carrera de escritora?

Sí. Considero que la escritura es mi destino. Un llamado impostergable al que respondo plenamente y del que haré mi oficio. De hecho, actualmente estoy terminando mi segunda novela.