Tras más de cincuenta años de carrera, Woody Allen ha pasado por uno de sus momentos profesionales más duros. Amazon Studios metió en un cajón durante dos años Día de lluvia en Nueva York y rescindió el contrato que tenía con el cineasta por cuatro trabajos más. La mecha que encendió la polémica fueron las acusaciones que su hija, Dylan Farrow, volvió a remover sobre él tras desatarse el movimiento MeToo, algo que generó una espiral de rechazo por parte de un star system de Hollywood que hasta el momento suplicaba por formar parte de sus repartos. El cineasta recuperó los derechos de la película para su exhibición y nos recibió una mañana lluviosa en San Sebastián, la ciudad en la que ha estado rodaNdo su siguiente proyecto, en el que aparecerán Elena Anaya, Sergi López, Louis Garell y Christoph Waltz. Día de lluvia en Nueva York llegó el pasado viernes a los cines y con ella el director recupera la nostalgia y el encanto romántico de sus mejores películas a través de la mirada de un millennial con aires vintage, Gatsby (Timothée Chalamet), que sueña con enseñarle la ciudad a su novia (Elle Fanning) mientras se encuentra con una amiga de la infancia (Selena Gomez) y su vida toma un inesperado rumbo. Encuentros y desencuentros, acordes y desacuerdos made in Woody Allen.

-¿Le gusta la lluvia, aunque, como hoy, le haya arruinado el rodaje?

-A pesar de todo, prefiero los días de lluvia.

-En ‘Día de lluvia en Nueva York’ regresa a su ciudad tan querida y la ve a través de los ojos de una serie de jóvenes nostálgicos de los viejos tiempos.

-Es que me encanta rodar allí, estoy en casa. Lo que no quiere decir que no esté disfrutando de San Sebastián, que es una ciudad increíble. Pero echo de menos mi ducha.

-Es una película impregnada de romanticismo. ¿Cree que en un mundo lleno de cinismo hay lugar todavía para ese concepto?

-Claro que sí, sin ningún tipo de duda. Da igual en qué país te encuentres, que seas hombre o mujer. Todo el mundo busca el romance, nos encanta ver películas de amor, hablar de amor y enamorarnos. Sin el romanticismo tendríamos una existencia muy triste.

-España es el segundo país que va a estrenar su película mientras que en Estados Unidos todavía no tiene fecha. ¿Europa podría convertirse en su refugio?

-No sé muy bien la razón, pero he sido muy popular en Europa, desde mi primera película, Coge el dinero y corre (1968). Me siento muy afortunado porque durante toda mi vida he tenido un seguimiento muy leal en Europa, Latinoamérica y Oriente Medio. Supongo que mis películas deben ganar con la traducción.

-En cada una de sus obras siempre buscamos referencias a usted mismo a través de los personajes masculinos. ¿Qué tiene en esta ocasión Gatsby Welles (Timothée Chalamet) de usted?

-La única similitud es que a los dos nos encanta el Nueva York romántico, las canciones antiguas, los nights clubs, las cafeterías donde la gente solía tocar el piano hasta la madrugada… todo ese sentimiento nostálgico de un pasado que ni siquiera llegué a conocer en su esplendor. A veces me hubiera gustado nacer treinta años antes, pero después me pongo a pensar y en esa época no había antibióticos, por lo que no habría vivido mucho.

-En la película aparece una joven (interpretada por Elle Fanning) a la que intentan seducir varios hombres adultos.

-Me hacen gracia ese tipo de personajes inocentes y dulces que se ven atrapados en un mundo oscuro, en este caso el cine, y que solo intentan hacer las cosas bien.

-En muchas de sus películas ha hablado de los conflictos de clase. Aquí el protagonista es un niño bien y su novia es de origen algo más humilde, lo que genera algunos choques.

-Yo quería centrarme más bien en Gatsby y en ese tipo de chico que lo tiene todo, posición, dinero, influencias, pero que no cree en absoluto en ese tipo de vida, la aborrece porque la considera artificial. Él prefiere jugar a las cartas, tocar el piano e ir en contra de su familia, buscarse su propia vida.

-¿Qué le ha aportado la ficción a su vida?

-En el arte se puede controlar todo al cien por cien. Y puedo hacer que todo suceda como a mí me gusta. He pasado toda mi vida haciendo las películas que quería, con los personajes que actuaban del modo que yo quería. Eso es perfecto. En la vida real eres víctima total de la suerte, de las enfermedades, de que tengas un accidente de coche o que te rechace la gente, que te traicionen o decepcionen. Preferiría existir en la ficción, pero por desgracia existo en la vida real.

-El nombre del protagonista, Gatsby, es una referencia clara a la novela de F. Scott Fitzgerald.

-Es un juego nostálgico, porque a él le habría gustado vivir en esa época, cuando Nueva York era diferente, las tiendas, la música, los restaurantes, incluso la vista de Central Park.

-¿Le queda algo por hacer?

Ser un gran pianista de jazz (ríe). Pero no tengo el suficiente talento.

-¿Cómo valora la ola de puritanismo y el auge de la extrema derecha a nivel mundial?

-La extrema derecha es un fenómeno lamentable que tiene una oleada en este momento, que está de moda, y espero que dure muy poco. En cuanto al puritanismo, es algo que explota la derecha para su beneficio. Yo pienso que ahora vamos hacia una era en la que va a imperar lo políticamente correcto. No me parece mal, pero si se lleva al extremo, puede convertirse en algo muy peligroso.

-Y eso es algo que afecta al cine.

Sí. Cualquier arte y la cultura a través de la historia siempre se verán afectados negativamente por la extrema derecha y por un control estricto del arte. El arte tiene que ser algo totalmente libre, si no, estamos en serios problemas.