En treinta años, Marina Bernal ha publicado unas 10.000 fotos en revistas nacionales y, mientras tanto, ha ido encontrado a gente común que también tenía sus propias historias, las cuales ha ido atesorando para, desde lo cotidiano, elevarlas a la categoría de protagonistas en los microrrelatos de Anónimos infinitos. La periodista ha dicho que su libro «trata de trocitos de vida, de personas anónimas, de gente real con las que me he cruzado, o de las que he sido testigo de algo y me han contado algo de lo que estaban viviendo, las pequeñas cosas que pasan todos los días y que no tienen sitio en los medios de comunicación».

«Empecé a escribir porque me parecía que las cosas que verdaderamente importan son las que se refieren a la vida cotidiana, a cómo sentimos, al amor, la desilusión, el dolor, la enfermedad, la amistad, la lealtad...», explica la autora al recordar que en internet «una comunidad» de algo más de diez mil personas la siguen en «un día a día» en el que la hacen «partícipe de sus inquietudes y se identifican con muchas de las pequeñas historias que cuento».

«Ante todo, soy periodista, no puedo considerarme escritora, sino una periodista que observa y sobre todo que escucha; escribir es una forma de reflexionar y de ordenar ideas; además de la comunicación mi pasión son las personas, escuchar lo que les preocupa, lo que sienten y cómo se sienten», explicó sobre su trabajo y el origen de Anónimos infinitos.

Para contar estas historias, ha empleado las herramientas del periodismo: «Un titular que, a veces, es una sola palabra, y a continuación una historia en pocas líneas». Algo que ha hecho dando «la información necesaria para que sea creíble pero sin identificar nunca a los protagonistas», de modo que ha habido quien se ha reconocido, pero también quien ha creído que se hablaba de su vida cuando en realidad se trataba de otro, lo que le hace concluir que, «al final, los seres humanos siempre coincidimos en lo esencial».