Al director Iñaki Dorronsoro le apetecía rodar un thriller sobre robos, un subgénero del suspense del que le gustaba su mecánica, y el resultado ha sido Plan de fuga, una película sobre la amistad y la fidelidad que presentó ayer en la sección oficial del Festival de Cine en Español de Málaga. «Siempre intento buscar un contenedor entretenido para el espectador para, a partir de ahí, crear una película de personajes», afirmó Dorronsoro, que ha contado con un reparto encabezado por Alain Hernández, Javier Gutiérrez y Luis Tosar.

El protagonista es un atracador profesional que se introduce en una banda de delincuentes compuesta por exmilitares del Este y que, ante la muerte de uno de los suyos, debe reclutar a un nuevo miembro para robar un banco. Su trabajo será perforar la cámara acorazada.

Para Dorronsoro, ese personaje se encuentra «en una edad crítica en la que no sabe si quedarse con su antigua vida de aventura o con la serenidad de su nueva situación». El director quería una película «que tuviera capas», pero admite que «lo fundamental es que fuera entretenida y que el espectador pase un buen rato», por lo que, si consigue eso, estará «muy satisfecho».

Alain Hernández afrontó como una gran «responsabilidad» trabajar con dos «monstruos» como Javier Gutiérrez y Luis Tosar, y su personaje requirió una preparación tanto física, con tres meses de entrenamientos y dieta, como emocional.

«En los ensayos fuimos dibujando este personaje tan hermético y granítico, que no quiere mostrar ninguna fisura», señaló Hernández, que ha reconocido que le gusta «poner muchos colores en cada secuencia», pero el director le iba «frenando». Respecto al trabajo con Tosar, resaltó que fue «muy fácil» porque tuvo la sensación en el rodaje de que «lo da todo y no se queda nada para él». Por su parte, Javier Gutiérrez sostiene que un personaje como el suyo es «un caramelo envenenado», ya que «una cosa es leerlo en el guión y otra cosa, ponerlo en pie». Sobre la preparación de su personaje, Javier Gutiérrez desveló que creció en un barrio de Ferrol en el que, «a finales de los 80, hubo una época muy dura de paro juvenil y droga, muchos compañeros cayeron en el caballo». A Gutiérrez se le quedó «un perfume» de algunas de aquellas personas y lo complementó viendo trabajos parecidos de otros actores como Javier Bardem en Días contados o Jordi Mollá en La buena estrella.