´HAMELIN´

Compañía: Animalario.

Intérpretes: Andrés Lima, Alberto San Juan, Guillermo Toledo, Nieve de Lamedina, Javier Gutiérrez, Roberto Alamo, Nathalie Poza.

Lugar: Gran Teatro

Fecha: viernes, 28 de abril

La representación de la obra teatral Hamelin por la compañía Animalario, ha llegado al Gran Teatro de Córdoba precedida por el nada despreciable éxito de haber conseguido cuatro premios Max.

Usando como subterfugio el cuento infantil del flautista, Juan Mayorga, como responsable de la historia, nos hace llegar el reflejo de una realidad palpable que muchas veces no sabemos o no queremos ver. Nos muestra de forma cruda que fuera del entorno en el que cada persona se aisla para no implicarse en los problemas reales del conjunto de seres humanos, existe una marginalidad de la que somos responsables.

La representación adopta una estructura en la que, a través de porciones de historia real que el actor-presentador hace llegar a los espectadores como propuestas que los actores desarrollan a continuación, éstos --los espectadores-- deben implicarse para llegar a asumir esta realidad. No existe una única exposición a la que siga un nudo y un desenlace, al menos en la forma canónica. Son muchas las incógnitas que se pretenden desvelar y por lo tanto son variados los temas a los que nos acerca el texto, desde una juventud que encuentra en el comercio sexual una salida más fácil, hasta un juez estrella que canaliza su función a través de ruedas de prensa.

Todo ello para arropar el tema central de la obra, el abuso a menores. Algo que toda la sociedad repudia pero que encontramos en medio de cada una de las hermosas y cuidadas ciudades.

Los actores cumplen perfectamente con su papel, salvando la dificultad añadida de tener que dar cuerpo a varios personajes cada uno, en realidad a todos los que componen la sociedad. El Juez no tiene altibajos y junto con el actor-presentador, soportan el peso de la continuidad de la obra. Al resto de actores no se les puede reprochar nada. Es de destacar la medida actuación tanto del personaje del niño Josemari, presuntamente objeto de abusos sexuales, al que da vida Alberto San Juan, y del presunto pederasta Rivas, asumido por Guillermo Toledo, y los destacamos por la dificultad que encierra hacer creíbles estos personajes sin caer en estereotipos.

En cierto momento el propio texto nos dice que no existe ni iluminación ni escenografía. Esto es cierto en parte solamente, ya que la historia no requiere más que lo que hay sobre el escenario: un texto fluido, a pesar de que en algunas ocasiones --pocas-- caiga el ritmo, arropado simplemente por una caja negra y unas sillas como elemento escenográfico tras las que se refugian los actores que en ese momento no intervienen.

SONRISA FORZADA La iluminación ajustada a lo que pretende el director no molesta en ningún momento y cumple a la perfección su cometido. La utilización de mecheros y linterna en el escenario a oscuras, añade un rasgo personal rompiendo así una posible monotonía.

Nos encontramos ante un drama con algunos rasgos de humor, que en ocasiones arrancan al público unas risas, pero que realmente parecen risas forzadas, tal vez porque pueda ser que el espectador que se ríe --o sonríe-- se vea reflejado en algún personaje.

El público, correcto como siempre, agradeció el buen hacer de toda la compañía con un cálido aplauso, a pesar de que durante los últimos veinte minutos se pudieran apreciar ciertos síntomas de cansancio, como son los clásicos carraspeos. De cualquier forma hemos disfrutado.