La Fundación Cajasol ha inaugurado la exposición Las mujeres de Goya con 55 obras de arte pertenecientes a cuatro grandes series de grabados -Los Caprichos (1799), La Tauromaquia (1814-1816), Los Desastres de la guerra (1810-1820) yLos CaprichosLa TauromaquiaLos Desastres de la guerra Los Disparates o Proverbios, donde el artista español retrata diferentes ámbitos de la vida de las mujeres en la época y la sitúa como protagonista indiscutible del relato de los acontecimientos y de su obra. La exposición estará abierta al público hasta el 14 de marzo, de 11.00 a 14.00 horas y de 16.00 a 18.00 horas, de lunes a sábado, aunque podrán producirse modificaciones en el horario según lo requiera la normativa vigente. El aforo estará limitado a 10 personas para velar por la seguridad sanitaria de los asistentes.

Antonio Pulido, presidente de la Fundación Cajasol, que hoy ha abierto las puertas de la muestra comisariada por María Toral y que también ha contado con la presencia del alcalde de Córdoba, José María Bellido, ha expresado que la exposición está impregnada de “reivindicación”, de “necesidad de igualdad” y de “una denuncia clara que hace el autor sobre los abusos que se producían en el período en el que fueron creados”.

Por otro lado, el presidente ha querido recordar que el alcalde los acompañó en la primera exposición inaugurada justo al término del primer confinamiento. “Lo dije en aquel momento y lo digo ahora: estamos con la cultura y apostando por no pararla; nuestro deber se va a mantener en estos momentos tan difíciles”, ha manifestado. A su vez, ha señalado el “compromiso” de la Fundación con Córdoba, no solo en aspectos culturales, sino también en otras líneas de trabajo “tan importantes en esta crisis” y ha hecho un llamamiento “al cumplimiento de las medidas de seguridad” para poder recuperar la normalidad “lo antes posible”.

La muestra

La comisaria de la exposición, María Toral, ha agradecido a la Fundación Cajasol que esté permitiendo continuar haciendo exposiciones como la que se ha presentado este martes. “El arte nos hará libres, y así lo demostró Francisco de Goya cuando se enfrentó a los tiempos complicados que le tocaron vivir. Él fue testigo de su tiempo, un artista, un intelectual, que creía en la educación universal y eso era lo que quería para todos: el acceso a la cultura”, ha introducido. A través de la obra gráfica del artista, cuenta Toral, logró un testimonio artístico e histórico “importantísimo” porque fue a través de esta cuando “se sintió más libre para crear”. Así, a través de sus cuatro grandes series de grabados Los Caprichos (1799), La Tauromaquia (1814-1816), Los Desastres de la guerra (1810-1820) y Los Disparates o Proverbios (1815-1824), compuestas de más de doscientas obras, no solo se expone su gran valor artístico, sino que, con la perspectiva del tiempo, se puede decir que suponen una crónica inigualable de la época. También Toral ha querido señalar que Goya fue “figura pionera en su atrevimiento para reivindicar la figura de la mujer en el arte y en su denuncia reiterada a cuestiones como la misoginia, los abusos y la prostitución.

En la selección que se ha hecho para la muestra de la serie Los Caprichos (1799), se han escogido obras -asegura Toral- vinculadas a una profunda crítica a la educación, a la brujería y a la creencia en el esoterismo, a la prostitución y el matrimonio por conveniencia, también abordado desde la literatura en El sí de las niñas (1806) de Leandro Fernández de Moratín. El sí de las niñas “Cuando uno estudia la producción artística de Goya, se da cuenta de la importancia que le da a la mujer dentro de ella y de los consciente que era de la posición de desigualdad en la que se encontraba”, añade la comisaria.

También en la selección de los 29 grabados de Los Desastres de la guerra (1810-1820) -donde se hace un retrato de su experiencia en Zaragoza, recogiendo la miseria y los horrores de la guerra- denuncia los abusos hacia las mujeres, el drama de sus muertes dejando a niños huérfanos y pone en valor el desempeño de las estas en la lucha con obras como ¡Qué valor!, que muestra a Agustina de Aragón en plena batalla.

La afición taurina de Goya se muestra en La Tauromaquia (1814-1816), La Tauromaquia donde en uno de sus grabados muestra a Nicolasa Escamilla, La Pajuelera una mujer pionera en el arte del toreo.

Y, por último, en la selección de cinco obras de Los Disparates o Proverbios (1815-1824), el autor aúna realidad y fantasía y continúa la línea planteada en las otras series. En el “casi proto-surrealismo” de estos grabados, se puede llegar a ver a un caballo raptando a una mujer, simbolizando todos los males que a estas azotaban en aquel momento y, que, “hoy, desgraciadamente, se siguen padeciendo”, concluye Toral.