-Acaba de llegar de Francia. ¿Qué disfruta más, los momentos de creación o los momentos de exposición al público?
-La creación y las giras van juntas. El nuestro es un trabajo muy duro que nos aporta algunas satisfacciones y un sustento para vivir.
-Hábleme de ‘Óyeme con los ojos’, el espectáculo que presenta hoy en el Teatro Góngora. ¿Cómo nació el espectáculo, por qué un poema de Sor Juana Inés de la Cruz?
-La obra nació de conversaciones sobre danza y cuerpo. Había cumplido 50 años. El Arbi El Harti, mi compañero creativo, me sugirió la necesidad de una reflexión coreográfica sobre la madurez, la danza, el cuerpo, el deseo y la feminidad. Encontramos en la mística un espacio epistemológico y espiritual compatibles con lo que queríamos hacer. Hablar de una mujer que reivindica la danza como un espacio ético para compartir su ideal de esperanza y de compromiso con la vida y con la humanidad con la gente, en un momento marcado por una agobiante crisis de valores.
-¿En qué piensa cuando baila y cuenta una historia con su cuerpo?
-Yo pienso en el relato que estoy contando. Todo está hilado.
-¿Cree que Sor Juana Inés de la Cruz entendería su mensaje si la viera bailar?
-Estoy segura que no solo lo entendería, lo bailaría. Óyeme con los ojos está marcado por las geometrías sagradas de la mística y el sufismo.
-¿De dónde se nutren sus coreografías?
-De la lectura, mis conversaciones con El Arbi, del análisis de la pintura, la escultura, de los viajes, del conocer sin prejuicios la vasta riqueza del mundo y estar a la escucha atenta de la diversidad.
-Con este espectáculo hace un solo por primera vez en su carrera. ¿Por qué ahora?
-Me gusta la familia y compartir lo que tengo con mi gente. Por eso siempre me he inclinado por los grandes formatos. Óyeme lo hice porque necesitaba algo de recogimiento y de escucharme.
-¿El flamenco se aprende o se desprende del que lo lleva dentro?
-El flamenco es lo que nosotros somos. Recoge nuestra individualidad con todos sus matices.
-Usted nació en Sevilla, pero el flamenco no era una seña de identidad de su familia.
-Mi padre era catedrático de matemáticas y mi madre catalana, emprendedora y madre de cinco hijos. Soy flamenca porque es lo que más me gusta de la vida.
-Lleva bailando desde muy niña. ¿Siente que se perdió la infancia?
-Siempre perdemos algo en el camino. Sin embargo, que me quiten lo bailao.
-Ha viajado por todo el mundo bailando. ¿Dónde le impresionó más la respuesta del público?
-El flamenco emociona y despierta la mejor savia de la gente vaya donde vaya. Está es su grandeza, de la que no siempre somos conscientes.
-No es la primera vez que viene al Festival de la Guitarra. ¿Cómo es su relación con Córdoba?
-Córdoba es una gran ciudad a la que me une mucho porque en ella se forjó parte de mi educación sentimental y profesional. Su festival es una cita fundamental para nosotros.
-¿Suele leer las críticas de sus espectáculos?
-Las leo todas y lo hago con respeto, humildad y con mucha atención.