La directora española desveló en la Berlinale su Elisa y Marcela, un filme que rescata la historia de dos mujeres que lograron casarse en la Galicia de 1901 y que rinde homenaje a quienes deben seguir luchando contra los vetos al amor. Rodada en blanco y negro, la única representante española a concurso en esta Berlinale fue recibida como una cinta de temática poderosa, en un festival volcado al cine hecho por mujeres. «Yo no busco historias de mujeres fuertes. Ellas me encuentran a mí», explicó la cineasta, recibida como una amiga en su novena visita a ese festival, respecto a los papeles que interpretan Greta Fernández -como Marcela- y Natalia de Molina -su Elisa-. La historia de esas dos mujeres reales, que se casaron en A Coruña en 1901, camuflándose una de ellas de hombre, le cayó en las manos hace diez años y de ahí surgió un filme que «no es un manifiesto», dijo, aunque sí recuerda a todos aquellos que siguen perseguidos por su homosexualidad.

Retrata lo que fue un amor a primera vista entre Marcela, una muchacha crecida en un orfanato, pese a tener padres, que llega empapada a su primer día en la escuela y deja que Elisa, quien vive ahí con su tía monja, la arrope y reconforte. Marcela es menuda, Elisa algo más hombruna. Su relación despierta pronto las suspicacias en un entorno donde que una mujer leyera ya era sospechoso de pecado; de las sospechas se pasa a las pedradas, a la trampa de hacer pasar Elisa por hombre, a una boda en A Coruña y al escándalo social al revelarse lo que fue un «matrimonio sin hombre». «Era importante lograr crear la química suficiente entre nosotras para traspasar la pantalla», explicó Natalia de Molina, en la presentación ante los medios del filme.

La cineasta dedicó diez años al proyecto, pero el rodaje se completó en cuatro semanas, con un guion que arranca en el exilio de la pareja en Argentina, para volver al pueblo gallego donde surge su amor y pasar a Portugal, donde caen en la cárcel tras descubrirse su trampa.

«Puedo entender las razones de quienes consideran a Netflix una amenaza. Pero no puedo compartir que, en nombre de la cultura, se pretenda excluirnos de la competición», explicó Coixet en relación a las presiones de los exhibidores alemanes contra su película, producida por esta plataforma audiovisual, que enviaron una carta para que el filme saliera de la competición.