La escritura es como un virus que, ante los grandes cambios, siempre encuentra la manera de sobrevivir», afirma el escritor y dramaturgo Antonio Álamo (Córdoba, 1964), quien en su última novela, Más allá del mar de las tinieblas (Siruela), recorre la historia de la escritura. «Ahora la palabra escrita ha dejado de ser el centro de la cultura; su prestigio, que ha sido enorme durante cinco milenios, se encuentra en entredicho», ha señalado el escritor.

Al mismo tiempo los medios digitales han diluido «la figura del autor, ya que ahora cualquiera puede dejar su marca indeleble en la red; se trata de un cambio radical de paradigma cuyas consecuencias son aún desconocidas...», si bien el autor confía en la pervivencia de la escritura, «ese virus que siempre sobrevive».

Estas reflexiones y el hecho de que su hija, que ahora tiene diez años, le preguntara «de manera insistente» quién había inventado la escritura y el lenguaje cuando se enfrentaba a sus primeras letras le llevó a Álamo a concebir esta novela, cuyos personajes se sitúan en la Córdoba del siglo X, que albergó la biblioteca del califa Al-Halkam II, que llegó a contar con 400.000 volúmenes.

«Aquella biblioteca fue una fuente de conocimiento y sabiduría que acabó arrasada y de la que no se salvó ni un solo libro», y a ella se dedicó por completo uno de los personajes protagonistas de la novela, Maryam, ya que «en la Córdoba del siglo X hubo muchas mujeres calígrafas y bibliotecarias, de modo que ahí, pese a los elementos fantásticos de la novela, exista cierto eco histórico». La Córdoba omeya fue uno de los grandes centros culturales de su época, y la ciudad en la que se instaló la primera fábrica de papel de Occidente, en el Molino de Albolafia, próximo a la Mezquita, ha recordado.

No obstante, el autor ha aclarado que la suya no es exactamente una novela histórica porque «sus personajes viajan desde un pasado remoto al presente para adentrarse, incluso, en el futuro: de las cavernas al bit».

DISPERSIÓN// Entre las consecuencias de la tendencia actual a la fragmentación y la brevedad, el autor ha señalado el peligro de la «fragmentación del pensamiento, y las dificultades para la concentración o para seguir una argumentación entre las nuevas generaciones de no lectores, por la influencias de los nuevos medios, que conducen a la dispersión».

Irónicamente ha señalado que «los medios digitales suponen una vuelta a las cavernas; como si de tanto avanzar hubiéramos vuelto al comienzo; de la gruta a la caverna digital, comunicándonos con emoticonos más que con las palabras». No obstante, ha advertido que su experiencia con los niños le indica que aunque sean pocos los que leen, los que lo hacen lo hacen con más intensidad que los de su generación cuando tenían la misma edad.

«Cuando se popularizaron los rollos, Platón se manifestó en contra de la lectura, pensando que los maestros ya no serían necesarios y que el vicio de la lectura destruiría la memoria. Ahora estamos inmersos en otro cambio de paradigma, de lo analógico a lo digital, y aún ignoramos a dónde nos puede conducir».

Toda esa «aventura de la escritura» transcurre de forma paralela en Más allá del mar de las tinieblas a la aventura de la bibliotecaria Maryam, del sabio Ibn Umar y del mercader Abul Anbas, «que porta consigo todos los secretos del mundo».

Publicada en la colección Las tres edades de la editorial Siruela --en la que el autor pensó desde un primer momento para publicar su obra--, Antonio Álamo no concede mucha importancia a la diferenciación entre «literatura juvenil, e incluso infantil, con el resto de la literatura», porque algunos de sus libros predilectos, ha añadido, «son considerados tradicionalmente dentro de ese grupo, pero son textos indispensables».