España tiene fama de país cainita y posee un agitado siglo XIX, salpicado de guerras civiles, dinastías, pronunciamientos, revoluciones y gobiernos que duraban meses o semanas, de ahí que el exilio sea uno de los temas de su literatura y una antología de escritores desterrados esté bien nutrida. La voz del desterrado es la antología literaria que, referida a la primera mitad de ese siglo, han preparado la profesora de la Universidad de Córdoba Eva María Flores y el profesor de la Universidad de Cádiz David Loyola, quienes en el prefacio a esta recopilación publicada por Guillermo Escolar Editor afirman que «la historia de España en el siglo XIX parece literatura».

Ambos profesores consideran que si esa literatura fuese teatro la función habría de contar «con actores que a cada giro del argumento salían y entraban a escena con papeles en ocasiones apenas aprendidos, con atrezos inadecuados o improvisados; con intelectuales y certezas tan irreconciliables que reclamaban a gritos la tragedia».

Larra, Espronceda, Blanco White, Moratín, Alberto Lista, Martínez de la Rosa, el Duque de Rivas, Manuel Silvela y Antonio Alcalá Galiano forman parte de la treintena de autores seleccionados por unos textos que reflejan la preocupación por el devenir de la patria y el sentimiento de pérdida por su lejanía.

Los exilios de este periodo histórico se produjeron en oleadas, tan seguidas que la salida de unos coincidía con el regreso de otros, como sucedió con los exiliados por la Guerra de la Independencia, a los que sucedieron los afrancesados, y posteriormente las entradas y salidas de absolutistas y liberales, y de carlistas y liberales. Larra lo escribió en 1835: «Por poco liberal que uno sea, o está uno en la emigración, o de vuelta de ella, o disponiéndose para otra; el liberal es el símbolo del movimiento perpetuo».

Loyola afirma que han tenido que seleccionar los autores porque fueron muchos los exiliados que se dedicaron a la literatura y al periodismo.