Con la premisa de contagiar valores y energía positiva para superar las dificultades con las que las personas se encuentran a lo largo de su trayectoria vital, se presentaron ayer ante un auditorio formado por unos 800 estudiantes de entre 15 y 18 años de la comarca de Los Pedroches Irene Villa, un ejemplo de superación tras haber sido víctima de un atentado de ETA en 1991 en el que perdió las piernas y tres dedos de una mano, y el entrenador y preparador del tenista Rafael Nadal, Toni Nadal, artífice de los éxitos de la figura mundial.

Ambos fueron los principales protagonistas del primer congreso Educando en Valores, que ayer se celebró en el Teatro El Silo impulsado por María de los Ángeles Martos, madre de Antonio Díaz Martos, un niño que libró una dura batalla contra la leucemia hasta su fallecimiento hace algo más de tres años y, a título personal, por el primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Pozoblanco, Emiliano Pozuelo. Ambos unieron sus fuerzas para dar vida al movimiento Desde Siempre y Para Siempre, una frase que utilizaba a menudo el joven fallecido, con la creación de un programa cuyo objetivo principal ha sido generar una corriente en la que los mejores valores del ser humano se pongan al servicio de la sociedad y estén presentes en la conciencia de los más jóvenes.

Irene Villa afirmó antes de iniciar su conferencia que los jóvenes necesitan empoderarse y adquirir herramientas de inteligencia emocional, fortaleza humana y paz interior «para superar todo lo que nos ocurra». Ante un público entregado, la periodista, psicóloga y deportista paralímpica narró su extraordinaria experiencia vital tras el atentado que cambió por completo su existencia y envió un mensaje de ilusión, pasión, esfuerzo y superación ante los retos que plantea la vida.

Por su parte, Toni Nadal intentó ayudar a los jóvenes a hacerles entender cuál puede ser el camino para encarar de forma positiva la vida. «La juventud actual tiene una tendencia natural a la frustración que obedece a una falta de ánimo, pero sobre todo a una sobrevaloración personal -dijo-. No aceptamos que las cosas nos vayan mal, porque estamos en un mundo de inmediatez, todo tiene que conseguirse muy rápido». Con la experiencia que en su ámbito ha tenido con Rafael Nadal, su pretensión fue dar a conocer a los jóvenes estudiantes que «con valores las cosas se superan y es más fácil tener una vida equilibrada, sana y mejor». Nadal hizo hincapié en que la gente que tiene confianza en sí misma normalmente suele luchar más. Apuntó que entrenó a su sobrino Rafa para que ganara grandes premios de tenis, pero fundamentalmente «para que se sintiera satisfecho con lo que hacía, y eso es fundamental en la vida».

El entrenador del tenista mallorquín explico cómo trabajó para fortalecer el carácter del tenista, sus horas de entrenamiento y renuncias, destacando entre sus virtudes la capacidad para «dejarse guiar». Nadal hizo ver que «la gente que sabe escuchar y se deja guiar es inteligente». También habló de la importancia de la constancia y el esfuerzo, que priman sobre el talento, del que dijo que no sirve de nada sin los primeros.

En el congreso también participó el grupo teatral Los Mejías, que representó pequeñas piezas formativas.