A lo largo de la historia del mueble de Villa del Río han sido numerosos los incendios que se han producido. Aunque la inmensa mayoría han sido por errores humanos, lo cierto es que han supuesto una auténtica reválida para los industriales. La primera industria que se instaló en Villa del Río, en los años sesenta, fue la de José Sánchez Pérez, Josamper, quien, procedente de Almedinilla, carpintero y tapicero, fue el que enseñó el oficio a muchos jóvenes de esa época. De esta fábrica salieron posteriormente los industriales que reactivaron la economía local, como Cabezas Pérez, Hermanos Caro, antigua Isurma (hoy Tapizados ZEN), Tapizados Hermanos Peinado, Pérez Oteros, Tespol, López Mantas, Pérez Camargo, Tapizmóbel y otras compañías que se fueron creando posteriormente a raíz de las demás, y que le han dado a esta localidad, con escaso término municipal, un esplendor económico que se rompió con la reciente crisis económica.

La primera en arder de todas fue la de Josamper, y fue en dos ocasiones. Las más sonadas han sido las de Hermanos Caro, una cuando se encontraba en la calle Pescadería y la otra en el polígono de La Estrella; Hermanos Peinado (en 2 ocasiones pero sin graves consecuencias) y porque el responsable de la compañía, Alfonso Peinado, se encontraba en ella y pudo actuar de inmediato. Concretamente, ayer comentaba a este periódico que «este tipo de incendios se suelen producir por la electricidad estática que tenemos en nuestro cuerpo y en nuestra ropa, que, al contactar con los disolventes o tejidos que se emplean para el tapizado, arden rápidamente». Por otro lado, en el año 2003, concretamente en el mes de agosto, ardió la fábrica de José Anguita, situada en la carretera de Cañete. En otra ocasión le ocurrió lo mismo a Muñoz Peinado, Borrego Carmargo, las dos de López Mantas (la última el pasado mes de enero), Pérez Oteros (a finales de los años 90 del pasado siglo), Tapizados ZEN y otras tantas que no son del gremio: Rectificados del Automóvil, en el polígono de la Estrella, y Aceites Monterreal, en la avenida de Rafael Castro.

Los incendios en este tipo de industrias, en las que se emplean pinturas y disolventes, así como telas, suelen ser una constante, sobre todo por cortocircuitos, electricidad estática, o bien despistes personales. En esta localidad, los mayores recuerdan que no es raro el año en que se produce algún incendio, bien de baja o de alta consideración, ya que el contacto directo con la pintura y las telas hace que se propaguen las llamas con suma facilidad. Industriales como Pérez y Servando, Cabezas Pérez, Oteros y Llorente o Juraén, que nacieron tras el cierre de Josamper, pionero que culminó su fabricación a finales de los años setenta tras presentar una suspensión de pagos, también sufrieron las consecuencias de algún incendio, así como las inundaciones provocadas por el desbordamiento del arroyo Salado, siendo esta consecuencia otra espada de Damocles para estas industrias.

Comentaba ayer Alfonso Peinado que «todos tratamos de cuidar que no ocurra un incendio y lo que se debería hacer es construir naves diferentes para los distintos departamentos, para que no se vean todos afectados», aunque eso suele ser mucho más costoso.

Por otro lado, Miguel Ángel Pérez, gerente de Estilo Textil, que en estos momentos está construyendo una nueva industria en la carretera de Cardeña, manifestó a este diario que «en nuestras nuevas instalaciones estamos dedicando un presupuesto muy importante al tema contraincendios, ya que este es el caballo de batalla de nuestras industrias».

Mientras Duplach Group trabaja a destajo para poder reactivar su actividad, la amenaza del calor y la seguridad de las industrias del sector del mueble sigue siendo el caballo de batalla de un sector del que vive el resto de actividades económicas de este municipio. En estos momentos, más de 80 empleados están en vilo sobre su situación laboral, ya que la falta de maquinaria y la tardanza para que llegue la nueva puede hacer que esta compañía no se encuentren al cien por cien pasados varios años.

No obstante, como dijo su propietario, Fernando Navas, «si conseguimos una nave y alquilar una industria del sector para poder reemprender la actividad, el tiempo se puede acortar».

Esto fue lo que hizo Gonzalo López, gerente de López Mantas, que reactivó su compañía en otra nave mientras aún se encuentra en obras la que ardió el pasado mes de enero.

El gerente de Piscinas LION, de Pedro Abad, mostró su apoyo a Duplach y se ofreció a realizar gratuitamente los moldes de las placas de ducha a la empresa villarrense, siendo este un ejemplo de solidaridad.