El día algo desapacible no impidió ayer que se vivieran con intensidad varias romerías en la provincia.

En Belalcázar se trasladó la Virgen de Gracia de la Alcantarilla desde su ermita hasta el pueblo, cuya entrada triunfal se produjo ya al caer la noche, con fuegos artificiales y el lanzamiento de pétalos en la Plaza de la Constitución por un grupo de niños desde el Ayuntamiento. Uno de los momentos más emotivos fue, por la mañana, el paso de la Virgen por el río Zújar. Con el agua llegando muy por encima de la cintura, los belalcazareños desplegaron y cogieron con las manos las cintas de colores que salen de las andas, entre aplausos de las cientos de personas allí congregadas. La comitiva estaba encabezada por la bandera y no faltaron los vivas a la Virgen, conocida como la Chiquinina, portada a hombros. Los actos comenzaron ya el sábado con la multitudinaria misa de romeros, el rosario con las antorchas y la verbena durante la madrugada. El alcalde, Francisco Luis Fernández, destacó ayer que al coincidir la romería «con un puente largo» este año han acudido muchos vecinos que residen fuera y anunció que han comenzado los trámites para que la fiesta sea declarada de Interés Turístico de Andalucía.

Por otra parte, y como cada último domingo de abril, tuvo lugar en el Valle de Corcomé, en Montoro, la tradicional romería de la Virgen de la Fuensanta, copatrona de esta localidad. Popularmente conocida como la romería de Las Veleras, los feligreses se concentraron a las puertas de la ermita para recibir a primera hora el simpecado, llegado desde la parroquia de San Bartolomé. Posteriormente, en la ermita, los romeros asistieron a una misa multitudinaria que dio paso a la procesión de la imagen, precedida por otra de San José. El sonido del tambor y los cohetes anunciaban la alegría de ver un año más a la Virgen que es capaz de unir los corazones de dos pueblos: Montoro y Villa del Río. Luego concluyó la jornada con el típico día de perol entre la arboleda y la buena armonía de estos dos municipios vecinos.