El año que viene se cumplirán 40 años desde que el mosquito tigre llegó a Europa. Todo empezó en Albania. Corría el año 1979 cuando un cargamento de ruedas usadas, en el que debieron formarse pequeños charquitos de agua procedentes de la humedad de los neumáticos, fueron caldo de cultivo para que uno o varios ejemplares de esta especie, oriundos de tierras tropicales, se embarcaran en dirección a Europa. Según Rafael Obregón, investigador del área de Ecología de la Universidad de Córdoba, el mosquito tigre es un viajero nato.

Tras recorrer Europa, aterrizó en la península ibérica por primera vez en el 2004, en Cataluña, desde donde ha saltado hasta 11 provincias, entre ellas Málaga, ya que prefiere el clima costero. Hace unos días, un vecino de Córdoba dio la voz de alarma al Servicio de Control de Plagas de Sadeco. «Llevaban días notando que sufrían muchas picaduras en las piernas, con erupciones más grandes de lo habitual, y la presencia de grupitos de mosquitos en la urbanización», comenta Obregón. Fue allí donde Sadeco logró capturar el primer ejemplar adulto de mosquito tigre detectado en Córdoba, con el que se inició la investigación. «No era el único mosquito tigre de la zona, detectamos varios adultos y numerosas larvas y huevos», afirma, «pero ya se han tomado las medidas para erradicar y controlar ese foco».

El mosquito tigre es fácilmente reconocible por su estética. De color negro intenso, su nombre le viene dado por las rayas blancas que luce por todo el cuerpo, aspecto que debe ayudar a su rápida identificación. En cuanto a su modus operandi, a diferencia de otros mosquitos, atacan a sus víctimas de día, nunca de noche, y no entran en las casas, actúan en exterior. Además, anidan en pequeñas cantidades de agua, no en grandes piscinas, por lo que cualquier charquito es un espacio potencialmente adecuado para su desarrollo. La buena noticia es que sus picaduras, salvo a personas con alergia, no revisten gravedad, más allá del intenso picor que provocan y las antiestéticas marcas en las piernas. Sí, piernas y tobillos son sus partes del cuerpo favoritas ya que son insectos de vuelo bajo. Según Obregón, no cabe la alarma. Su mala fama le viene del hecho de ser eficaz transmisor de enfermedades como el dengue o la malaria, pero para que propagaran tales dolencias sería necesario que éstas tuvieran una gran presencia entre la población, algo que no ocurre. En cualquier caso, aunque «este foco está bajo control», el mosquito tigre «ha venido para quedarse», por lo que pronto desarrollaremos anticuerpos y «nos acabaremos acostumbrando». Que no cunda el pánico, pues.