El acto de clausura de la Fiesta del PCA demostró que hay voluntad (y hasta urgencia) en esa «unidad popular» para el próximo periodo de elecciones. Pero, también, que el camino no será fácil. Con más o menos delicadeza, representantes de movimientos sociales como la marea blanca (en su nombre, Paloma Puertos), la movilización de pensionistas (Jesús Galván), Rosa Blanco (organizaciones feministas) y Antonio Vergara (marea verde) expusieron las causas por las que no termina de cuajar un encuentro entre estas iniciativas sociales y los partidos, por muy similares que sean a los objetivos. «De la desafección se ha pasado al enfrentamiento, no hay asamblea en la que se plantee el acercarse a un partido que no acabe en un problema», resumía Antonio Vergara.

Lo curioso es que los responsables políticos (bien por sentida culpa o por la necesidad de congraciarse) hicieron un ejercicio de autocrítica política muy poco habitual en un acto público, menos aún ante sus propios militantes y simpatizantes.

Contundente fue el coordinador federal de IU, Alberto Garzón, que sintetizaba diciendo que a veces «se confunden los instrumentos», como son las organizaciones políticas, «con los fines», que son los objetivos, siempre muy claros, de un movimiento social.

Teresa Rodríguez, por su parte, elogió el germen de actuales movilizaciones sociales, fruto de que, dijo, en los años más duros de la crisis y de los recortes de servicios y de derechos sociales, «no hubo apatía, sino indignación». También Carmen Molina, de Equo Andalucía, elogió a los movimientos sociales proponiendo fórmulas para el acercamiento mientras que Enrique Alba, secretario general del PCA, recordaba que en más de un siglo del PCE, en el que «si alguien tenía que recibir una bofetada éramos nosotros, hemos cometido muchos errores, pero nunca hemos traicionado nuestros principios». J.M.N.