Desde Córdoba, se libra una de las batallas en la lucha mundial contra las bacterias multirresistentes a los antibióticos, un problema que planea sobre la humanidad. En un reciente estudio desarrollado por el Imibic y dirigido por el doctor Luis Martínez, los investigadores descubrieron que algunas células del sistema inmunitario humano son capaces de matar a las bacterias de las dos especies investigadas, la Acinetobacter baumannii y la Acinetobacter pittii.

-La OMS advierte del problema mundial de la resistencia bacteriana a los antibióticos, ¿cuál es la situación actual?

-La resistencia bacteriana a los antibióticos es uno de los principales problemas de salud mundial en la actualidad. Pero no es solo un problema de salud humana, sino también del ámbito veterinario y medioambiental. Una parte importante de los antibióticos se consumen en relación con la salud animal, y se está prestando atención a la diseminación de bacterias resistentes en el medio ambiente. Por todo ello, este problema se está abordando desde el prisma de la salud global. El asunto ha alcanzado tal gravedad que, el 16 de septiembre de 2016, se reunieron en la Asamblea General de las Naciones Unidas los jefes de Estado, que se comprometieron a luchar contra eso. En este sentido, un grupo de expertos de la OMS creó una lista prioritaria de bacterias para las que existen graves problemas de tratamiento. En esta, incluye más de una decena de patógenos que plantean problemas urgentes de tratamiento. La Acinetobacter baumannii entre ellas.

-¿Cómo se fortalecen las bacterias?

-Desde el punto de vista biológico, la resistencia a los antibióticos es un fenómeno muy complejo. Cuando las bacterias se multiplican, en su ADN se generan errores y, como no se pueden corregir en el 100% de los casos, aparecen mutaciones. Este proceso es independiente de la presencia de antibióticos. Si alguna de esas mutantes es capaz de resistir a los antibióticos, tienen una ventaja frente al resto. Por ello, cuando se usa un medicamento, este afecta a la mayoría de la población original, la cual es sensible, pero no acabará con las mutantes, que sobreviven, se multiplican y pueden ocupar el nicho ecológico de población original.

-Entonces, ¿cómo actúan los antibióticos en el proceso?

-Intervienen como elementos que seleccionan bacterias mutantes existentes. Por otra parte, algunos son producidos de forma natural por ciertas bacterias que, para defenderse de los compuestos que sintetizan, cuentan con genes de resistencia. Estos pueden pasar a otras bacterias sensibles que, en ese momento, se comportan como las mutantes. La medicina actual exige el uso de antibióticos. Dada esta necesidad, deben emplearse lo mejor posible para evitar la selección de bacterias resistentes. Por tanto, es completamente desaconsejable su uso discrecional por la población general. En cualquier caso, conviene recordar que los antibacterianos están desaconsejados para tratar infecciones producidas por virus.

-¿Cuáles son las consecuencias de que las bacterias sigan desarrollando resistencias?

-Múltiples estudios demuestran que los pacientes infectados por bacterias resistentes tienen mayor mortalidad y peor evolución (aun cuando se acaben curando) que los infectados por sensibles. Un reciente informe encargado por el gobierno británico indica que, si no se toman las medidas adecuadas, las infecciones por bacterias multirresistentes serán en 2050 la principal causa de muerte. Por otra parte, un estudio realizado en marzo de 2018 por la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc) y otras sociedades científicas indica que, solo en ese mes, en los 82 hospitales participantes se produjeron 903 infecciones por estas bacterias y 177 (19,6%) de los pacientes implicados murieron en el mes siguiente. Además, estas infecciones suponen un gasto adicional para el sistema sanitario. Se calcula que, por cada infección multirresistente grave, el coste añadido alcanza en nuestro país de 5.000 a 15.000 euros.

-¿En qué consiste el estudio realizado por Imibic?

-Desde que se planificó el estudio, en el que ha colaborado nuestro grupo del Imibic, hasta la publicación han pasado más de tres años. Estamos implicados en analizar las causas de la resistencia de Acinetobacter y otras especies de interés clínico a los principales grupos de antibióticos, para entender mejor la dispersión y la transmisión de estos microorganismos y las opciones terapéuticas frente a los mismos. Igualmente, estamos analizando la relación entre la virulencia de estos patógenos y nuestra respuesta inmunitaria. En este último aspecto se centra el estudio. En los próximos años esperamos desarrollar nuevas investigaciones sobre todos estos aspectos, buscando siempre información que permita entender causas y medidas que ayuden a su control.

-¿Estos descubrimientos tienen beneficios directos para las personas?

-Este estudio tiene un componente básico: ayuda a entender cómo nos defendemos de la agresión de patógenos multirresistentes. Esa información es útil para mejorar el diseño de estrategias de tratamiento, por lo que los resultados tienen una proyección a largo plazo. Otras líneas del trabajo tienen una traducción a corto plazo, porque permiten un mejor diagnóstico de la patología, contribuyen a frenar la dispersión y mejoran el tratamiento antibiótico.

-Los mecanismos hallados afectan a la ‘Acinetobacter baumannii’ y ‘Acinetobacter pittii’, ¿cómo afectan estas especies?

-Dentro de Acinetobacter se incluyen muchas especies y, desde el punto de vista médico, baumannii y pittii son de las más importante. Estas bacterias pueden producir infecciones graves en pacientes hospitalizados, sobre todo si están en cuidados intensivos y presentan otras enfermedades de base o si tienen las defensas alteradas. Por el contrario, no suelen afectar a pacientes previamente sanos. Los mecanismos de defensa, incluyendo la actividad de los leucocitos y otras células y la inmunidad específica, son fundamentales en la lucha contra los microorganismos. Por ello, cuando estos están alterados, el paciente está en alto riesgo de sufrir una infección.

-¿Qué nivel de concienciación hay desde el Estado y desde otros países?

-Hay una creciente concienciación a nivel político respecto al problema, pero son necesarias medidas adicionales. En España, se puso en marcha en el 2012 un plan nacional de resistencia a antibióticos y se han definido medidas cuya implantación tendrá, con toda probabilidad, un impacto muy positivo en el control de las bacterias. Desgraciadamente, ha tenido un mínimo acompañamiento presupuestario. Por su parte, la Unión Europea y otros países están desarrollando un ambicioso programa, en el que se están invirtiendo cantidades considerables. En España, la financiación para la investigación en esta área es mejorable y muy inferior a la de otros países de la Unión Europea. Aun así, las áreas de microbiología clínica y de enfermedades infecciosas son dos en las que nuestro país es líder mundial, con índices de producción muy superiores a los de otras áreas de investigación biomédica y a la de países con mayores recursos que los nuestros.