Natural de Córdoba, Miguel Calabria, de 49 años, trabajaba de albañil en Barcelona hasta que hace 15 años tuvo un accidente laboral y le fue declarada una incapacidad permanente, por la que cobra una pensión de 500 euros que «apenas nos llega a mi mujer y a mí para vivir», pues su hijo de 9 años vive con un familiar en Puente Genil, «ya que no queremos tener a nuestro niño malviviendo en una pequeña nave, sin luz y agua, junto a una perrera» en el camino Carbonell, por la que paga un alquiler de 100 euros mensuales. Miguel Calabria acude a diario al centro de los Trinitarios, donde hace uso de los ordenadores, merienda -tras almorzar en ocasiones en el cercano comedor social- y participa en las distintas actividades, algunas veces acompañado de su mujer, «que es más reacia a venir». A pesar de su situación, no tira la toalla y espera poder encontrar un trabajo que pueda desarrollar y le permita vivir en un piso digno.