Mañana, 2 de julio, se cumplirán tres años de la desaparición de Paco Molina, un joven de 16 años del que no se ha vuelto a saber nada y que sus padres siguen buscando desesperadamente, pese a no contar prácticamente con pistas con las que seguirle el rastro.

-Háblenme de Paco, todo lo que se les venga a la cabeza sobre él.

-Paco ha sido siempre un niño cariñoso, bromista y muy familiar. El último curso, 4º de la ESO, se le complicó con una operación y lo había perdido, pero tenía pensado seguir estudiando por libre porque decía que era más fácil, y seguir con el Bachiller, su sueño era ser militar. Tenía muchos amigos, era un chico sano, no fumaba ni bebía y estaba empezando a salir en esa época. Le gustaban los móviles y las nuevas tecnologías, pero lo que más le gustaba era el campo. Llevaba una época rebelde, pero lo achacábamos a la adolescencia aunque, después de tanto tiempo, pensamos que quizás había algo más que no sabemos.

-Habrán revisado cada minuto con él en estos tres años.

-Todo, mil veces, hasta un comentario que hizo poco antes de desaparecer y al que no le dimos importancia. Dijo que quería aprender italiano, le dijimos que aprendiera inglés, que el italiano no servía de mucho. No sabemos si lo dijo porque conoció a alguien de allí y eso lo llevó a Italia. Hoy siguen difundiendo su imagen en la televisión italiana, donde hay un programa sobre personas desaparecidas y aquí no. En mayo alguien dijo que había visto a un chico parecido al norte de Italia. Nos mandaron la imagen y no era él.

-¿Echan en falta un programa de televisión sobre estos casos?

-Sí, Desaparecidos era una ventana buenísima, un servicio público. El programa resolvió y abría muchas líneas de investigación. Y de repente, lo quitan. La cara de Paco no la conoce nadie. La de Diana Quer la vio todo el mundo porque salió en todas partes. Y yo me pregunto por qué unos sí y otros no. Porque mi hijo no se llama Quer. Por eso y porque una mujer da más morbo a las televisiones. Casos mediáticos ha habido pocos: Diana Quer, Marta del Castillo, Gabriel Cruz, Jeremy Vargas… cuando cada día desaparecen muchos niños. Habría que hacer lo mismo con todos, nosotros lo pedimos, pero no interesó a nadie. Cuando desapareció Paco y supimos que no había imágenes de las estaciones, contactamos con las televisiones, aún no han contestado, llamamos a los periódicos de tirada nacional para buscar a alguien que hubiera viajado en ese autobús, pero no quisieron darlo ni pagando.

-¿Por qué están tan convencidos de que se montó en el autobús si no hay imágenes, solo el testimonio de un conductor?

-Porque las pistas que dio ese hombre son muy fiables, nos dio rasgos que si no has visto a Paco, por una foto, es difícil que lo sepas. Nos agarramos a eso porque no hay nada más. Si no ha salido de Córdoba, ¿qué han hecho con él? El problema es que Paco se llama Molina y no Quer. Si fuera Quer o el hijo de un alto cargo se sabría todo hace tiempo.

-En la época en que desapareció, cundió el rumor de que era un ultra del Córdoba y que estaba metido en un grupo de ultraderecha. ¿Notaron algo raro en él?

-No sabemos que estuviera en nada raro, pero Paco era un menor y tenían que buscarlo de todas formas. A él no le gusta el fútbol aunque fue unas cuantas veces al Córdoba con un carnet que le prestaba un conocido, pero que sepamos, nada más. Ni siquiera sabemos quién era esa persona. Hemos hablado con todos los amigos y nadie habla aunque alguien debe saber algo y no habla, a esa edad los niños no tienen secretos, se lo cuentan todo. Los padres están detrás. Hace unos meses me llamó un conocido y me dijo que la hija de su hermano vio a Paco el día que desapareció. Y que le había dicho a la niña que no dijera nada para no meterse en líos. Quién sabe si eso habría ayudado a saber con quién iba.

-Se supone que el 2 de julio se quedó en casa de un amigo que nadie conocía. ¿Se ha averiguado algo sobre esa persona?

-Nada. Ni siquiera es seguro que existiera, él le dijo a su amigo que había quedado con alguien en el bar La Plata, a donde nunca llegó. Solo sabemos que en algún lugar tuvo que pasar esa noche. Paco no iba a dormir en un cajero como alguna vez nos insinuaron, hay muchas preguntas sin respuesta. Después de tres años, ni siquiera sabemos si llegó a Madrid en el autobús. Estamos rodeados de cámaras por todas partes y no pidieron nada. En el caso de La Manada, se recogieron pruebas en horas. Aquí hay gente que no hizo su trabajo, está claro. Se despidió del amigo delante de la comandancia de la Guardia Civil, ¿dónde están esas imágenes que se guardan cinco meses? El tema de los desaparecidos está olvidado por las instituciones. Cuando hablamos con las familias vemos la cantidad de despropósitos que hay, pero la cosa no mejora.

-¿Tampoco habló con su hermano Pepe, un año menor?

-Nada. Él lo está pasando mal. Aunque quizás no dijo nada porque no tenía previsto hacer nada. Llevaba solo el DNI y el móvil, que se apagó a las 00.17 horas.

-¿Tenía novia?

-Había empezado a salir con una chica, ella fue la última persona con quien habló, dijo que iba a cargar el móvil y que seguían hablando, pero ya no la volvió a llamar.

-¿Cómo fueron las primeras 48 horas, que se suponen claves, después de la desaparición?

-Lo primero que pensamos es que le habían dado una paliza y lo habían tirado al río. Yo (Paco) me fui a mirar allí, a los hospitales, pero fui yo, nadie más. Las primeras 48 horas son fundamentales, pero es cuando menos se hace porque se esperan a que aparezca. Ni siquiera en este caso, tratándose de un menor. Hay una alerta del menor desaparecido para que salte en aeropuertos, metros, trenes y jamás se ha activado, con la cantidad de niños que desaparecen. Paco no llevaba nada, ni sus ahorros. Esa noche no pensaba desaparecer, está claro que se lo llevaron o lo convencieron para algo. Ese día se vistió de otra manera, llevaba todo el verano con un pantalón de camuflaje, pero se puso un vaquerito y un polo, eso me extrañó. Seguro que quedó con alguien esa noche, pero quién sabe para qué. Nos consta que hay mucha gente que está en sectas y no llama. Pasan años y años y no lo hacen porque están manipulados. Cuando Paco desapareció era un menor y lo que pasara por su cabeza es impredecible.

-Pero un lavado de cerebro lleva tiempo. ¿Había cambiado?

-Seguro que llevó tiempo convencerle, lo tuvieron que manipular poco a poco. Y en ese proceso, debió decir algo a alguien, a nosotros no, pero seguro que un niño de 16 años no se calla algo así.

-¿Cuándo han recibido la última llamada?

-La última fue hace unos días, desde Granada. Vieron a un chico muy parecido. Les pedimos que se fijaran en los lunares y nos dijeron que llevaba barba. La anterior fue en mayo. Cada llamada se pasa a la UDEV para que la comprueben. Lo ideal sería hacer fotos, alguna vez nos han llegado a mandar alguna. Si nos llaman, tenemos acceso directo a los investigadores para movilizar lo que sea necesario. El 661471962 es público. La colaboración ciudadana es fundamental, la gente no puede quedarse en que puede que no sea. Ante la duda, hay que llamar. Eso no implica nada.

-Si volviera a ocurrir, sabiendo lo que han vivido, ¿cambiarían algo de lo que hicieron?

-Muchas cosas. Para empezar, tendríamos imágenes de las cámaras, sabríamos con quién se fue Paco, seguro. Al principio, te dice la Policía que no vayas a la televisión, te insisten en que va a aparecer y piensas que puedes perjudicar la investigación. De saber lo ocurrido, me habría ido a rogar que lo sacaran en todas partes. Cometimos muchos errores porque no sabes, te dicen que es verano, que es normal que los niños se vayan unos días. Y cuando te das cuenta, ya no hay nada.

-Si la Policía lo localizara y él no quisiera volver. ¿Están obligados a comunicarlo a los padres?

-Sí, están obligados. Cuando era menor, tenían que traerlo, ahora solo decírnoslo, pero nosotros solo queremos saber que está bien.

-Si lo tuvieran delante ¿qué le dirían?

-Que vuelva, que no sabemos vivir sin él, que no pasa nada, que lo queremos muchísimo. Esto no es vida. Cada vez que suena la puerta, crees que es él, por la calle vas mirando caras y, si ves a alguien parecido, te adelantas a verlo.

-¿Qué le reclaman al Centro Nacional de Desaparecidos, que lleva funcionando un año ya?

-Exigimos un protocolo de actuación rígido y de obligado cumplimiento, no dejar cosas al arbitrio del funcionario de turno. Todos los funcionarios no están preparados para una desaparición. Al cabo de un año, el caso pasa a la UDEV o la UCO, pero hasta entonces, quienes investigan no son especialistas.

-En España hay más de 6.000 desaparecidos y solo 245 se consideran de alto riesgo porque hay indicios de que no son ausencia voluntaria. ¿Cómo está clasificado el caso de Paco?

-Está en el grupo de 12 menores con alertas de alto riesgo de España porque era menor cuando desapareció. Aunque pasen diez años, eso no cambia. Lo pusieron en alto riesgo este invierno, mucho después de su desaparición. En 2009, la Secretaría de Estado de Seguridad ya indicaba que la desaparición de un menor se considere siempre de alto riesgo. En mayo del 2017 lo ratificaron, pero a eso le falta la coletilla de «depende de quién sea». Si hubiera sido como alto riesgo desde el primer día, es posible que no estuviéramos aquí, pero no pasa nada, es mi hijo. Y el problema es que en la próxima desaparición tampoco se cogerán las imágenes porque no hay un protocolo de actuación. Hace ocho años desapareció José Antonio Gómez Arcón en la Sierra de Mijas. A los tres meses fueron a ver las cámaras, pero ya no había nada. Cinco años después, con mi hijo se repite la historia y no recogen las imágenes. Con Ángeles Zurera rastrearon el móvil a los tres años. Claro, ya no había nada. Se siguen cometiendo los mismos errores. Lo de esperar 48 horas antes de poner la denuncia se quitó hace mucho tiempo y, sin embargo, el año pasado se perdió un chico que luego apareció y a los padres les dijeron que no podían poner denuncia antes de 48 horas. ¡Esas horas son las más importantes! Hablaron conmigo en la fundación y les dije que es falso. Lo nuestro ya no tiene arreglo, pero no se puede repetir la misma historia una y otra vez. El sistema que hay montado para la búsqueda de desaparecidos no funciona. En el caso de Diana Quer recopilaron toda la información, móviles, matrículas, tenían dónde rastrear y apareció. Nosotros no tenemos nada. Así, hace falta mucha suerte para llegar a algo. En España, hay 24.000 denuncias de desapariciones al año y, de esas, 1.200 se quedan sin resolver. ¿Dónde están?

-¿Se han sentido solos en estos tres años de búsqueda?

-Muy solos.

-¿Han recibido ayuda psicológica para afrontar este proceso?

-No. Y nadie está preparado para esto, es una losa que te cae encima y no sabes qué hacer, en casa ya no hay Navidad, no hay nada, te limitas a sobrevivir. Cuando desapareció Paco, pasamos más de un mes sin salir a la calle. No quieres ver a la gente porque te preguntan y te hartas de llorar, sientes mucha impotencia. Te dan ayuda psicológica cuando aparece. Ese día ¡no necesitaré ayuda!, pero no hay nada para ayudarte a vivir este proceso de incertidumbre y de vacío. Si el desaparecido es un padre de familia, no hay ayudas, la mujer no puede cobrar pensión de viudedad porque no está fallecido. Hay un vacío legal enorme, hay casos donde una herencia familiar no se ha podido cobrar porque un desaparecido no podía firmar. Lo dejan todo paralizado, las cuentas se bloquean. El caso de David Guerrero, por ejemplo. De eso han pasado 30 años. Su padre murió y el dinero que dejó, 10.000 euros, no lo han podido repartir entre los hermanos hasta que lo han declarado como fallecido. Antes, tienen que pasar un mínimo de diez años, y, en este caso, pagar 2.000 euros. Una vergüenza.

-Forman parte de la fundación QSD Global que fundó Paco Lobatón. ¿Qué encuentran ahí?

-Cuando nos juntamos, nos damos ánimos unos a otros, estamos haciendo el estatuto del desaparecido, reivindicarmos ciertos derechos, hay muchas deficiencias y solo te das cuenta cuando te pasa. Pero nadie está libre de que le pueda pasar algún día.

-¿La Policía qué les dice?

-Que sigue habiendo líneas de investigación abiertas.