Aunque vivan en un aislamiento continuo, las monjas de clausura no son ajenas a lo que pasa al otro lado de los muros del convento. Es por eso que las Carmelitas de la Antigua Observancia, que viven en el monasterio del Sagrado Corazón de Córdoba, han decidido implicarse en la crisis sanitaria que vivimos y, además de con la oración, intentan ayudar en todo lo posible para mitigar las consecuencias de esta alerta sanitaria por coronavirus. Elaborar mascarillas para los que las necesiten es una de las labores en las que las religiosas se emplean estos días.

«Esto nos ha cogido a todos por sorpresa y, aunque nosotras estamos dentro de la clausura, eso no impide que vivamos todo esto como algo impensable», dice sor María Dolores Domínguez, miembro de la congregación, que en estos días de esta cuaresma «tan especial» aún vive más recogida, pero no «más alejada». «Y como a las monjas nos gustan tanto la aguja y la máquina de coser», no dudaron en responder a la petición de colaborar para elaborar material sanitario, que ahora son mascarillas, pero que también puede incluir batas y gorros.

«A mí me ensancha el alma porque ahora se une la oración con la acción, y nos llena que de puertas para afuera del convento se vea que las monjas estamos en la sociedad», dice la religiosa. «Nosotras pensamos que la caridad está por encima de cualquier norma, y esta pandemia nos ha acercado mucho al corazón de cada persona», continúa la monja, que asegura que esta situación les ha obligado a «responsabilizarnos aún más, reforzando nuestra oración».

«Nos sentimos muy unidas a los enfermos y sus familiares, sobre todo, a los que están muy graves y solos», continúa sor María Dolores, que asegura que procuran estar informadas de lo que está sucediendo, no solo en España, sino en el mundo entero. «Hace unos días nos escribieron de Colombia para contarnos que un misionero que vive allí ha perdido en Madrid a su madre, su hermana y su cuñado», continúa la religiosa, que asegura que les llegan muchos correos y mensajes pidiéndoles oraciones. «Nos sentimos unidas y solidarias con nuestra sociedad» y «oramos mucho para que esto sea una toma de conciencia de nuestra fragilidad», y de que cualquier virus «nos deja impotentes».

«Nos informamos a través de internet, la televisión apenas la vemos, pero estamos al día», dice la religiosa, que explica que estos días «nos vamos al coro, rezamos el rosario, estamos con el Señor intercediendo por el mundo», igual que el resto de los conventos. «Todos los monasterios están haciendo mascarillas, porque hay mucha necesidad de ellas» y, según comenta la religiosa, «nosotras también las usamos cuando estamos todas juntas», aunque su peligro de contagio es mínimo puesto que, a no ser por una urgencia, nadie entra ni sale del convento. «Ahora, si tuviéramos alguna avería nos tendríamos que aguantar», prosigue sor María Dolores, que no quiere olvidar la colaboración que reciben de sus vecinos, que están siempre pendientes de sus necesidades. «Nos llaman para peguntar si necesitamos algo de la farmacia o del supermercado, y nos lo dejan fuera en el torno. No nos falta de nada», concluye agradecida la religiosa.