La hermandad filial del Rocío de Córdoba cuenta este año con unos peregrinos muy especiales, en el Camino que está realizando hacia la aldea almonteña. El joven cordobés Antonio Luque, que tiene parálisis cerebral, se encuentra haciendo el Camino al Rocío gracias a que es transportado entre su padre, Javier Luque, y dos amigos de la familia, Miguel Gómez y Jesús Álvarez. Para ello, se ayudan de una silla especial de una sola rueda que se llama Joelette, silla de senderismo fabricada y llegada desde Francia que esta familia ha conseguido adquirir gracias al dinero obtenido a través de diferentes actividades benéficas y que luego se va a ceder a la asociación cordobesa de parálisis cerebral y otras afecciones (Acpacys). La solidaridad también ha permitido que alquilen una autocaravana.

Junto a Antonio hacen también el Camino del Rocío, igualmente en sendas sillas adaptadas como la de este joven cordobés, otras dos personas con discapacidad. Son Gerardo Fernández, un joven sordociego de Vigo que hizo con Antonio y con su padre el Camino de Santiago en el año 2012 dentro del proyecto Discamino, y Jorge García, de Vejer (Cádiz), que tiene parálisis cerebral. De ahí que a la peregrinación de estos tres aventureros se le haya llamado Discamino al Rocío 2018.

«A pesar de la dureza que está suponiendo esta peregrinación, merece la pena hacer este esfuerzo solo por ver la sonrisa de Antonio, una sonrisa que regala a todo con el que se encuentra, y comprobar el brillo de sus ojos. En varias ocasiones hemos hecho el Camino de Santiago y hemos completado el recorrido de la Vuelta Ciclista a Andalucía, pero el Camino al Rocío nos está resultando más duro, porque las primeras etapas han rondado los 40 kilómetros. Salimos sobre las 7 de la mañana, todo es campiña y no hay apenas sombras, por lo que el calor nos está afectando, sobre todo a mi hijo», señala Javier Luque.

La mujer y madre de Antonio también les está acompañando en esta peregrinación, así como otros familiares y amigos, lo cual está siendo un importante apoyo para ellos. «Estamos muy agradecidos por la hospitalidad que estamos recibiendo a nuestro paso. La noche del lunes la hermandad de Córdoba fue acogida en un cortijo de Utrera, que abrió también sus puertas a Antonio, Gerardo y Jorge. No se puede describir con palabras la alegría con la que los peregrinos afrontan este camino, en especial los jóvenes y quienes han hecho una promesa», resalta Javier. «El objetivo de Discamino al Rocío es el mismo que hemos tenido siempre, hacer más visibles a las personas con parálisis cerebral o con otras discapacidades y demostrar que estos soñadores, con los apoyos necesarios, pueden también beneficiarse de actividades de ocio y tiempo libre», añade.