Rafael Pérez Oliva lleva en el sector de la autoescuela desde el año 1978. Exactamente 41 años. Parece que fue ayer cuando este enamorado de su profesión comenzó a trabajar en el sector. Ya, en El Carpio, abrió una autoescuela en el año 1980, denominada Autoescuela Calahorra, aunque anteriormente estuvo algo más de un año trabajando en Villaviciosa y otro año y pico en Autoescuela Samar en Córdoba. Ahora son varias las autoescuelas que tiene en la comarca (Adamuz, El Carpio, Pedro Abad, Villafranca) y ahora recala en Montoro, concretamente en la calle Herrerías, en la que anteriormente era Autoescuela Montoro. Rafael comenzó con 22 años y actualmente tiene 63. Una dilatada trayectoria en la que ha formado a más de 3.000 alumnos y alumnas.

Muy pocos han sido en esta comarca los que no han recibido la enseñanza de este profesor, que ha calado hondamente en el corazón de todos aquellos que echábamos raíces en el noble arte de la conducción, cada vez más complicado con tantas señales y tecnología, pero que al mismo tiempo apasiona a todo el mundo.

Recuerda Rafael Pérez que «mi pasión ha sido enseñar, pero enseñar para que al alumno se le quede la teoría y la práctica para siempre». Y esto no queda aquí, ya que conforme ha ido abriendo autoescuelas y creando empleo en la zona. En el año 1998 se disolvió la sociedad de Autoescuela Calahorra y emprendió su camino en solitario, incorporando a sus dos hijos al proyecto, recibiendo el nombre de Autoescuela Ecce Homo, que es el patrón de El Carpio. Posteriormente fue abriendo autoescuelas en los municipios anteriormente señalados.

Si hay una persona en la comarca identificada en el sector de las autoescuelas que ha estado siempre volcada en la formación a jóvenes y mayores, esta no es otra que Rafael Pérez Oliva, un adamuceño que, por instinto sabe cómo enseñar a cada persona, con una psicología extraordinaria, tratando de hacer siempre las cosas bien, estando encima del alumno para que llegue en las mejores condiciones teóricas y prácticas a cada examen.

Considera que «al alumno hay que ayudarle». Esta nueva plaza en Montoro le ha cogido algo mayor. Con un emotivo acto, cogió el testigo de Mateo, que se ha jubilado, y pensando en sus hijos, continuará adelante con ese proyecto que no tiene fin.

Tiene 7 empleados, dos de ellos son sus hijos (Rafa y Jose) y todo su equipo humano está volcado en la formación de calidad, impartiendo cursos CAP inicial, CAP renovación y Mercancías Peligrosas.

La anterior Autoescuela Montoro ahora se llama Autoescuela Ecce Homo, en las mismas instalaciones, que han sido renovadas y adaptadas a las nuevas tecnologías. Considera Rafael que «nuestra filosofía es clara: ayudar a nuestros alumnos, guiándolos día a día para que logren el objetivo, aclarándoles cada concepto con sus argumentos».