Miguel Cobos García ha sido reelegido por unanimidad secretario general de UPA-Córdoba en el noveno congreso provincial, celebrado el pasado jueves. En él se establecieron cuatro líneas de actuación desde su programa, que son el agua, la PAC, la incorporación de los jóvenes y la política de precios. Lleva diez años en el cargo y ha sido reelegido para otros cuatro, durante los cuales prepararán el relevo «para que UPA siga siendo la organización que más PAC hace en Córdoba y representa al modelo de agricultura familiar», afirma.

Miguel, ¿qué novedades presenta su nueva ejecutiva?

Sobre todo, la presencia de cuatro mujeres, que han estado desde siempre en la agricultura y la ganadería, pero han estado invisibles. Hacía falta darles ese paso al 50% de la población que está participando en el campo.

¿A qué nuevos retos se enfrenta UPA-Córdoba a partir de ahora?

En el congreso establecimos cuatro grandes bloques. El primero es el uso del agua, un problema importante para Córdoba, siendo la provincia de la cuenca del Guadalquivir que menos hectáreas tiene. Los efectos del cambio climático están aquí, son cada vez más visibles y hay que impulsar el regadío. Córdoba tiene solo 18.000 hectáreas de riego y tenemos que exigirle a la administración que haga inversiones en infraestructuras hidráulicas, que permita la construcción de pequeñas balsas que para los cultivos del olivar pueden ser importantes. Hay que actualizar las concesiones de las comunidades de regantes. El futuro de la agricultura en Córdoba pasa por que tengamos más hectáreas de regadío.

¿Y cuál es el segundo foco de mayor interés de UPA ahora?

La reforma de la PAC. Creemos que Córdoba no puede volver a perder recursos y, por tanto, le pedimos al Gobierno y a la Junta de Andalucía que se mantengan las regiones. Los cultivos más productivos de Córdoba necesitan un apoyo importante. No podemos tender a tasas planas, que perjudicarían de forma muy notable a nuestra agricultura. Creemos que es posible una PAC más justa y más social, con techos en las ayudas, para que la mayor parte de los recursos no se la lleven unos pocos como ocurre en la actualidad.

Otro bloque es el de la incorporación de los jóvenes al campo. ¿Qué pretenden con ello?

Enlazando con lo anterior, hay que hacer una apuesta decidida por la incorporación de los jóvenes a la actividad agraria. Se están dando importantes ayudas para que se incorporen, pero ellos necesitan algo más. Estas ayudas adquieren un compromiso de permanencia de 5 años, pero si no ven viable la actividad agraria o ganadera, al final se van. También hay que garantizarles el acceso a las nuevas tecnologías y al 5G en el medio rural. Hay que garantizarles que van a tener buenas condiciones en asistencia sanitaria, educativa, carreteras..., para que se sienta a gusto en el medio rural y no lo abandone. Hay que tejer una red en los pueblos para que no se despueblen.

¿Y el último bloque?

Es el que más nos preocupa: los precios. El eslogan de nuestro congreso es Precios justos para un campo con futuro. Si no hay precios, el campo no tiene futuro. Tenemos que tener un precio que cubra los costes de producción. Se ha modificado la ley de cadena alimentaria y se han introducido importantes novedades. Es obligatorio hacer un contrato entre el agricultor y el primer comprador, siempre que no sea tu propia cooperativa. En ese contrato tiene que haber unas referencias a los costes de producción y nos tienen que pagar por encima de esos costes de producción. Eso se lo pedimos a la AICA (Agencia de Información y Control Alimentario), a la Dirección General de Consumo de la Junta de Andalucía, para que controle y haga inspecciones de oficio para ver si se está cumpliendo la ley, ya que en muchas ocasiones muchas empresas intentan saltársela.

¿Qué le dice al agricultor?

Estábamos en un proceso de movilización permanente antes del covid-19 y vamos a seguir. La sociedad entendió por primera vez que el sector agrario es esencial, que sin soberanía alimentaria no somos nada, y durante la pandemia, cuando hemos necesitado medicamentos, respiradores y mascarillas no nos las han dado. Pero el sector agrario ha estado ahí, suministrando alimentos sanos y de calidad a precios razonables.