Ventana a la naturaleza

La poda de árboles urbanos

En los últimos meses las redes sociales arden sobre las actuaciones que se realizan sobre los árboles en la trama urbana: cortas, podas abusivas y escaso reemplazo de árboles apeados

Es muy elevado el número de alcorques tapados, vacíos y con el tocón sempiterno esperando ser sustituido

Los árboles altos se adaptan mejor a la sequía y refrescan más el ambiente.

Los árboles altos se adaptan mejor a la sequía y refrescan más el ambiente. / Rafael Arenas

El Ayuntamiento de Córdoba ha reconocido que existen 9.000 alcorques vacíos y que el ritmo de plantación es de 2.000 árboles anuales. Si tenemos en cuenta las ausencias, el ritmo de corta actual, el de reposición y los treinta años que puede tardar un árbol en dar sombra, el panorama no es nada esperanzador ante un escenario de cambio climático, donde las sombras tienen que ser uno de los elementos fundamentales para hacer más llevaderos los futuros veranos.

La solución pasa por arborizar la ciudad, llenarla de árboles en todos aquellos lugares en los que sea posible. Esta acción puede bajar la temperatura en 3 o 4 grados. Es una solución generalmente aceptada en muchas ciudades en Europa y en estas latitudes nos está costando reaccionar a pesar de las advertencias de los científicos especialistas. En definitiva, los árboles son unos buenos aliados para mitigar el cambio climático.

La sequía provoca en los árboles inanición y colapso del sistema circulatorio. Hace pocos meses el Centro de Investigaciones Ecológicas y Aplicaciones Forestales de Cataluña presentó un descubrimiento sorprendente: los árboles más altos superan mejor la sequía. Indicaron que los árboles más altos son más ágiles a la hora de movilizar agua desde las reservas del tronco. Tener más altura y tronco implica tener más tejido dedicado a almacenar agua y guardar las reservas de alimento. Además, los árboles altos desarrollan raíces más profundas y son capaces de extraer agua de las profundidades del suelo.

Ramas sin luz

Los árboles no necesitan ser podados, ésta se realiza de manera natural. Cuando una rama queda sin luz suficiente para que las hojas realicen la fotosíntesis, se desprende de ellas porque son ineficientes. Esa rama sin función, con el paso del tiempo, se seca y el árbol se desprende de ella de manera natural cuando el aire sopla. De esa forma no queda herida por donde puedan entrar los hongos. Cuando la biomasa acumulada en su copa es excesiva, la fuerza del viento quiebra por el punto de menor sujeción.

Llenar la ciudad de árboles puede hacer bajar la temperatura de 3 a 4 grados

En el medio urbano debiera seguir más o menos igual. Las podas pueden estar justificadas por varios motivos: la seguridad de las personas y el tráfico, servidumbres de edificios, trabajos de construcción y por el objetivo que se pretende en su ubicación (ornamental o estético, sombra, barreras contra el ruido, etc.). Cuando se cuidan adecuadamente los beneficios son manifiestos: mejoran el entorno de las zonas urbanas, combaten el efecto de la isla de calor, filtran el polvo y partículas contaminantes, reducen el sonido y también aportan valores ecológicos.

La poda de árboles urbanos

A veces, las ramas que no reciben luz suficiente se desprenden solas. / Rafael Arenas

La poda es una de las actuaciones más importantes sobre un árbol porque va ser responsable de su futuro, su función y su longevidad. Existen muchas publicaciones que describen cómo debe realizarse ésta. Se aconseja que el tamaño de las heridas no supere un diámetro máximo de 5 centímetros en especies arbóreas con una compartimentación débil y 10 centímetros en especies arbóreas con buena compartimentación. Las excepciones sólo deben aplicarse para ramas muertas y por razones de seguridad. Para que las intervenciones sean mínimas, la poda debe comenzar lo antes posible en la vida del árbol y repetirse regularmente a intervalos de tiempo adecuados. Nunca debe eliminarse más de un tercio de la copa. No pueden ejecutarse todos los años porque sometemos al árbol a estrés, tienen que movilizar las reservas y se agotan, en otras palabras, acortamos su esperanza de vida. Tampoco podemos dilatar el tiempo por cuestiones económicas porque los diámetros de corte serán excesivos, el árbol no puede cicatrizar la herida y será objeto del desarrollo de hongos que lo pudrirá de manera silenciosa hasta que quiebre su tronco o ramas. Cuando existen pies enfermos y no se tiene cuidado en desinfectar las herramientas, se traslada la enfermedad de un árbol a otro. Si se observa bien, se encuentran calles que tras la poda se han deteriorado y los árboles se encuentran puntisecos.

Otro factor a tener en cuenta es el tiempo óptimo de poda. Debe minimizarse el estrés fisiológico y favorecer una respuesta de crecimiento natural frente a las heridas. La poda no debe realizarse en los siguientes periodos: primavera, periodo entre la apertura de yemas y el desarrollo completo de las hojas; otoño, periodo en el que las hojas comienzan a colorearse hasta que se desprenden o no cumplen su función; y durante largos periodos de sequía. Algunas especies tampoco deben podarse en verano.

Existen verdaderos tratados sobre este aspecto de la poda urbana. La formación es básica en estos menesteres y se requiere un importante giro en lo actuado hasta ahora. Un indicador básico, en lugar del número árboles o superficie de parques y jardines, debe ser la superficie de sombra cubierta por las copas. Este es el verdadero reto.

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