El pequeño Juan, de 4 años, es ya uno de los niños mimados de la planta de oncohematología del hospital Reina Sofía, uno de los pacientes que hacen uso del kiciclo. El kiciclo es un triciclo que lleva incorporado un portasuero para que los pacientes infantiles puedan jugar y corretear por el hospital mientras reciben su tratamiento de quimioterapia y así afrontar esta asistencia de una forma algo más entretenida. En esta planta todos los niños que se encuentran ingresados son únicos e irrepetibles. A Juan, que está ahora hospitalizado, le va a tocar pasar un tiempo en esta tercera planta del hospital, debido a que está recibiendo tratamiento contra un linfoma linfoblástico de células T.

La madre de Juan, María del Carmen Bejarano, cuenta que cuando escuchó al doctor José Ramón Molina, del Reina Sofía, confirmar la enfermedad de su hijo fue como si hubiera explotado una bomba, una pesadilla de la que quería despertar. El linfoma que tiene Juan se le ha detectado muy a tiempo, por lo que en el Reina Sofía han explicado a los padres de este pequeño que, recibiendo un tratamiento de quimioterapia durante unos diez meses, la enfermedad podría superarse.

«Ha sido todo muy rápido. El 22 de diciembre le notamos un bultito en el cuello a Juan. Aunque somos de Arjona y vivimos en Escañuela (Jaén), como tenemos un seguro privado, lo trajimos primero al hospital San Juan de Dios, donde, ante la sospecha de linfoma, nos derivaron al Reina Sofía, centro donde se confirmó el diagnóstico», cuenta esta madre. «A mí me quedaban dos semanas para dar a luz. Tenía previsto el parto en San Juan de Dios, pero al tener que quedarse ingresado Juan en el Reina Sofía pedí al doctor José Alcolea que me programara una cesárea y mi segundo hijo, Pablo, nació el 2 de enero. Fueron días muy duros. Yo, primero dando a luz en San Juan de Dios y luego en el pueblo, con el pequeño y recuperándome del parto, y mi marido en el Reina Sofía junto a Juan. A los pocos días de dar a luz, con todo el dolor del corazón y sin poder darle el pecho a Pablo, dejé a mi chico en el pueblo con mi madre. Sin baja maternal ni nada, aquí estoy todos los días junto a Juan, que ahora me necesita más, aunque hay ratos en los que nos dejan salir del hospital y estamos junto los cuatro», relata María Carmen. «La AECC nos ha dejado un piso en Córdoba, en el que algunos días pasa las noches mi marido, ya que él sí ha tenido que seguir trabajando. La dolencia de Juan la sobrellevamos mejor porque recibimos un gran apoyo de médicos, enfermeras, psicólogas y voluntarias de la AECC, así como el de amigos y familias con niños ingresados. El 2019 no queremos que se repita, pero vamos a luchar contra este año, para que acabe de la forma más feliz para Juan, que es lo que más deseamos», añade.