La gestión del Ejecutivo andaluz ha discurrido sin grandes sobresaltos, pese a gobernar en minoría, hasta que en la recta final de la legislatura se quebraron de forma abrupta las relaciones entre los socios de investidura, cuyos votos permitieron aprobar tres presupuestos y casi un 70 % de las medidas acordadas, informa Efe.

Salvando las distancias, algo similar ocurrió en el mandato anterior y, aunque entonces era un gobierno de coalición --PSOE e IU--, el relato de la presidenta de la Junta, Susana Díaz, para explicar el adelanto electoral tuvo también como argumento principal la inestabilidad en la recta final, aunque esta vez ha dejado pasar un mes desde la ruptura del pacto de investidura con Ciudadanos.

En la legislatura anterior faltaba un año para su final y fue Díaz quien dio por roto el pacto, decisión que le comunicó por teléfono al coordinador regional de IU, Antonio Maíllo, pero igual que ahora el detonante se relacionó con estrategias de ámbito nacional y con el acercamiento de la federación de izquierdas a Podemos.

Díaz no se cansa de repetir que nadie va a «marcar desde Madrid la agenda de Andalucía» y, lo cierto, es que Ciudadanos le puso en bandeja lo que muchos de los dirigentes socialistas, que manejaban encuestas internas favorables, pedían hace tiempo a Díaz. Según la mayoría de los sondeos, el anticipo «técnico» de las elecciones puede beneficiar a ambos y, por ello, el resto de los partidos vieron en la ruptura una especie de «teatrillo» pactado.

EL PRIMER PUNTO DE INFLEXIÓN

El pasado 28 de febrero, Día de Andalucía, supuso un punto de inflexión en las relaciones entre los socios; los sondeos señalaban como novedad un notable auge de Cs en esta comunidad y, horas antes, el Parlamento había aprobado la propuesta de reforma del sistema de financiación autonómica, apoyada por todos los grupos, salvo Ciudadanos.

Ello remarcó las diferencias entre Ciudadanos y el PSOE, partido este último que además sufrió un varapalo después de que el gobierno central, con la exconsejera de Hacienda María Jesús Montero como nueva ministra del ramo, anunciara que dicha reforma --uno de los caballos de batalla de la Junta- no se iba a acometer en esta legislatura por falta de tiempo.

Durante la primera mitad de su mandato y, en paralelo a su gestión como presidenta de la Junta, Díaz ejerció como jefa de la oposición al Gobierno de Rajoy --el PSOE estaba entonces dirigido por una gestora-- y preparó el terreno para dar el salto a Madrid, objetivo que se frustró en las primarias, en las que venció Pedro Sánchez contra pronóstico.

Durante este proceso, las relaciones con Cs eran todavía buenas y, a diferencia del resto de los partidos andaluces, el líder de la formación naranja, Juan Marín, aseguró que el pacto no peligraría mientras no abandonara la Presidencia de la Junta.

Tanto PSOE como Ciudadanos presumen de haber garantizado la estabilidad en unos años convulsos en España, con la celebración de dos elecciones generales -diciembre de 2015 y junio de 2016- además del conflicto catalán y la moción de censura que aupó a Sánchez como jefe del Gobierno el pasado junio, un giro inesperado en la política española que provocó un cambio de estrategia de Albert Rivera.

MOMENTOS DE TENSIÓN

En el ámbito autonómico, el Gobierno andaluz ha tenido que afrontar otros momentos de tensión, como la protesta ciudadana por la fusión hospitalaria en Granada, que se extendió a otras provincias y que llevó a la Junta a derogar el proceso tras las mayores movilizaciones en la calle de los últimos años.

Dieciocho días después de su derrota ante Sánchez, la marea sanitaria acabó en una remodelación del gobierno --pasado el ecuador de la legislatura-- que dejó fuera al entonces consejero de Salud, Aquilino Alonso, y de paso abordó otros cambios para visualizar la nueva etapa que quería emprender, ya «centrada» en Andalucía.

Así, la consejera de Educación Adelaida de la Calle, cuya gestión, aunque en menor medida, también tuvo contestación, fue sustituida por Sonia Gaya, y al frente de Empleo se nombró a Javier Carnero ante el desgaste de este departamento por la investigación de irregularidades en las ayudas de los cursos de formación. Rodrigo Sánchez Haro fue nombrado consejero de Agricultura y Juan Carlos Blanco relevó como portavoz del Gobierno a Miguel Ángel Vázquez, quien pasó a la Consejería de Cultura. La hasta entonces consejera de Cultura, Rosa Aguilar, pasó a Justicia en sustitución de Emilio de Llera, reprobado por el Parlamento tras sus críticas a la supuesta falta de independencia de jueces y fiscales.

La bajada de impuestos fue otro de los motivos de fricción entre el PSOE y Cs, que se apuntó el tanto tras meses de discusiones y logró eliminar de facto del Impuesto de Sucesiones y Donaciones, además de la rebaja del tramo autonómico del IRPF.

Superado éste y otros escollos entre los socios, el incumplimiento de los compromisos del acuerdo de investidura sobre regeneración democrática han sido los que finalmente acabaron con el pacto a poco meses de agotarse la legislatura.

Hasta después de las elecciones no se sabrá si la ruptura de Cs y el PSOE es definitiva o temporal, pues la formación de Rivera ya ha abierto la puerta a entrar en los gobiernos autonómicos aunque no los presidan.

Habrá que esperar a las urnas, pues aunque las encuestas sigan dando al PSOE la mayoría en Andalucía, no se sabrá si suman escaños suficientes o si la aritmética señala el camino a otras alianzas.