Ni los pantanos cordobeses están para llorar (como casi le ocurría a algunos el pasado año por esta fecha) ni mucho menos se puede estar tan contento como en el año 2013, donde tras dos temporadas atípicas de lluvia las reservas de los embalses de la cuenca del Guadalquivir en la provincia estaban al 86%.

El caso es que la providencial llegada de lluvias el 27 de febrero, fecha a partir de la cual sistemáticamente y durante tres meses y medio se sucedieron casi en fila india las borrascas atlánticas, consiguieron reponer de agua los embalses de la cuenca consiguiendo, en primer lugar, parar el decreto de sequía que ya estaba listo a finales de febrero.

De hecho, de los 1.001,98 hectómetros cúbicos que se almacenaban en los embalses cordobeses a finales de febrero (en ese momento las reservas estaban al 29, 37% de la capacidad total) se pasó a un 30 de junio en donde aún se conservaban 2.014 hectómetros cúbicos, el 59,16% de la capacidad total de los embalses cordobeses de la cuenca del Guadalquivir.

IGUAL QUE HACE DOS AÑOS / Ahora, la clave está en cómo se comportarán las lluvias en septiembre, con unas reservas hídricas mejores que las de otros años y con el consumo humano garantizado, mientras que el riego aún no preocupa. Sin embargo, se está muy lejos de años pasados, comenzando por el 2013, que, como ya se ha dicho, mantenía por estas fechas los embalses cordobeses al 86%, o del 2014 (al 78,53%), el 2015 (al 53,5%) y casi al mismo nivel que a finales de agosto del 2016, con las reservas de los embalses en Córdoba al 49,22%. Así, casi puede decirse que estamos en la casilla de salida de hace dos años, e igual que en aquellas fechas, pendientes de un irregular mes de septiembre que como dice el refrán «o seca la fuente, o se lleva el puente».