Bélgica no está dispuesta a revivir los acontecimientos posteriores a los atentados de París, cuando cundió el pánico y las autoridades belgas decidieron cerrar a cal y canto la capital. Pero el gobierno que dirige el liberal Charles Michel no ha tenido más remedio que aislar de nuevo Bruselas para garantizar la seguridad de sus ciudadanos tras el grave zarpazo dado este martes por el terrorismo yihadista. Transporte público, centros comerciales, museos y cines se veían obligados a echar de nuevo la persiana.

"Se invita a la población a permanecer donde esté: escuelas, empresas, casas", pedían las autoridades poco después del segundo ataque cometido contra una estación de metro ubicada a dos pasos de las instituciones europeas. Una recomendación