Josefa López (Córdoba, 1938) tuvo diez hijos. Viven siete, tuvo un aborto, otro se murió y uno, su primogénito, desapareció. De él solo le quedan un puñado de recuerdos y una fotocopia que reza: "Josefina (sin apellido y sin el nombre del padre, Marcelino Páez) dio a luz un niño a las 2.30 h. del mismo". Es la única evidencia que su hija, Pepi Páez, ha logrado tras patearse la ciudad. La fotocopia se la facilitó la Diputación, la institución que conserva los archivos del antiguo hospital de la calle Torrijos, San Jacinto o la Maternidad. LLegó ahí tras constatar que en el registro civil no hay rastro de la existencia de aquel bebé. Josefina dio a luz el 30 de octubre de 1957. "Parí a un niño y el médico me dijo que pesaba 5 kilos y cuarto largos. Lo vi. Estaba vivo", recuerda Josefa. A la mañana siguiente, sin que ella viera al niño, una enfermera le preguntó por la ropa del bebé: "Y me dijo: qué lástima, porque éste va para la tierra; pero en aquel momento no lo entendí". Sus familiares fueron a buscar al médico para pedir explicaciones, pero negó que hubiera muerto: "Le dijo a mi suegra que había tenido un hijo muy hermoso. Se fue y ya no lo vimos más". El niño supuestamente había fallecido pero se negaron a enseñarle el cadáver y no le dieron ningún documento: "Nos dijeron que se encargarían de todo y hasta hoy". "Me gustaría encontrarlo, aunque no me quisiera como madre", dice y se lamenta de no haber movido el asunto antes porque no entiende "de papeles".