Estamos acostumbrados a las cifras de las manifestaciones de Madrid que van entre cien mil y un millón de personas, según las fuentes. Pero ¿se imaginan en Madrid una concentración de cinco millones de personas? Ayer, en el antiguo Paseo del Tren , se concentraron más personas que las que tiene el propio pueblo. ¿Se imaginan en Madrid una manifestación de cinco millones de personas? En aquel paseo estaban uno de cada seis habitantes de Los Pedroches. Insisto. ¿Dónde se meterían en la capital de España una marcha de uno de cada seis españoles, siete millones de personas?

Pero no cuenta tanto las cifras como el ánimo que se palpaba en el ambiente. Si en todos Los Pedroches las calles estaban repletas de banderolas reivindicativas, en Villanueva podían oírse acentos de toda la comarca, que daban cuenta de la unidad pese a sus distintos orígenes. El lleismo de Pozoblanco y Dos Torres, el curioso acento jarote, el no menos peculiar deje de Añora y Conquista, los giros casi extremeños de Hinojosa...

Durante toda la mañana, aparte de las intervenciones oficiales se podían escuchar discursos de los asistentes, quizás menos bellos, pero iguales de contundentes o más. "Mi hija me dice que lo que pasa aquí no pasa en toda Europa, ha salido con la beca Estaquio --por Erasmus-- y nadie está tan aislado. ¡No puede ser que tenga que llevarla a Puertollano para coger el AVE a Madrid!, decía un veterano hombre del campo de Cardeña.

Al término de la concentración, Tolo, de Villanueva de Córdoba, aplicaba un viejo y sabio refrán de la zona que resume mejor que nada la situación: "Cuando los gorriones se acostumbran a los gritos, ya no los sacas de la huerta. Aquí hace años que pedimos el tren pero, como los que mandan se han acostumbrado a oírlo, no hacen caso. Como los gorriones, ahora hay que pegar un zapatazo para que se muevan. Eso es lo que ha pasado hoy: hemos pegado un zapatazo".

La gente, además, está concienciada de que luchará todo el tiempo que haga falta. En el Bar Gloria , frente al Paseo de la Estación , no se paraba de trabajar (el tren da beneficios incluso cuando se pide). Una mujer decía a su marido que le había entrado ganas de bailar con las jotillas de José López (Alcaracejos) y Jara y Granito y echarse un agarrado con Felipe Conde. "¿A ver cuándo me sacas a bailar?", preguntó con tono de orden. "Cuando pare el tren, bailaremos". Respondió el marido. Ojalá esta pequeña huelga de baile sea el último acto reivindicativo antes de que se anuncie la apertura de la estación de Los Pedroches.