En países con mayor superficie de bosque continental, como Estados Unidos, Canadá o Escandinavia, estos insectos son una pesadilla y puede decirse que lo han intentado todo para erradicarlos. Los estudios de varios científicos americanos apuntaban desde hace años al ciclo vital de las termes para poder ganarles la batalla.

Sabiendo que su alimentación se basa en componentes de la celulosa (madera, papel y cartón), el método que se ha revelado como el más efectivo es la barrera de cebos de hexaflumorón, una sustancia que inhibe la síntesis de la quitina, proteína del esqueleto externo, evitando que éste se desarrolle. Este armazón sirve como anclaje para la musculatura y separa los órganos del exterior para evitar la muerte por desecación. Para crecer, estos animales se desprenden de la carcasa, lo que coloquialmente se llama muda, y este producto impide la formación de una nueva.

El sistema consiste en unos cilindros de celulosa impregnada de hexaflumorón que son ingeridos por las obreras. Esta casta es la encargada de alimentar por regurgitación a larvas, soldados, ninfas y alados, que morirán al desprenderse la muda y no tener una nueva.