No sé si es una experiencia general pero --desde que empezó la pandemia-- me preguntan muchas más personas, por la calle, si puedo ayudarles con algo de comida. La sinceridad se comprueba cuando te insisten en que no quieren dinero, sino que lo que realmente tienen es hambre. En una ocasión oí una persona que leyó una pequeña pizarra: Soy ciego, deme algo. Le propuso entonces borrar la frase y, con su permiso, le escribió otra. Tiempo después volvió a visitar a este ciego que le explicó que había recibido más limosnas desde su cambio. El nuevo mensaje era: Ha comenzado la primavera, pero yo no puedo verla. Ojalá no nos acostumbremos nunca a que nos piden por la calle, y sepamos descubrir ahí a una persona que sufre y --con la aportación de cada uno-- mejorarles la situación. Colaborar con algo de comida está al alcance de la gran mayoría de nosotros.

Rafael de Mosteyrín Gordillo

Córdoba