Elecciones legislativas

Donald Tusk, la respuesta europeísta al ultraconservador PiS en Polonia

Lidera la oposición liberal y se le identifica con la esperanza de rescatar al radicalizado socio de la OTAN y la UE que es Polonia de la deriva antieuropea en que ha caído en los ocho años consecutivos bajo el poder monolítico del PiS

Donald Tusk.

Donald Tusk. / EFE

Gemma Casadevall

Donald Tusk concurría a los comicios generales del domingo con la ambición de reconducir hacia Europa a una Polonia convertida en dominio ultraconservador por la gubernamental Ley y Justicia (PiS). Lidera la oposición liberal y se le identifica con la esperanza de rescatar al radicalizado socio de la OTAN y la UE que es Polonia de la deriva antieuropea en que ha caído en los ocho años consecutivos bajo el poder monolítico del PiS -el partido que además de la jefatura del Gobierno, ahora bajo Mateusz Morawiecki, controla también la presidencia, que ejerce Andrzej Duda-.

Necesitará aliados, si finalmente recibe de Duda el encargo de formar gobierno. Pero por lo pronto, en su campaña se ganó apoyos incluso desde la izquierda polaca, a pesar de pertenecer a la familia de los populares europeos y de estar apadrinado por el alemán Manfred Weber, quien no desdeña la cercanía con populismos de derecha, aunque no con el PiS, que comparte grupo en la Eurocámara con Vox y la ultraderecha italiana de Giorgia Meloni.

Jugó a su favor el voto urbano, el feminismo y las corrientes abortistas que ven en él la posibilidad de revertir la práctica prohibición vigente. También ha movilizado a electorado tradicionalmente afín al PiS, pero que ven cómo la confrontación sistemática con Bruselas ha generado a Polonia expedientes, sanciones y hasta el bloqueo de los fondos europeos pospandemia.

Figura distante

Nacido en Gdansk en 1957 y primer ministro polaco entre 2007 y 2014, se le percibe aún por parte del electorado polaco como una figura distante o, como asegura el líder del PiS, Jaroslaw Kaczynski, como un "agente de Bruselas y Berlín". Ello se debe fundamentalmente a que en 2014 dejó la política nacional para convertirse en presidente del Consejo Europeo, con el apoyo entonces de la cancillera Angela Merkel. Eso ha favorecido, por extensión, que desde el PiS se le acuse de haber practicado, como la líder conservadora alemana, la línea del "consentimiento" hacia Vladímir Putin. A ojos del PiS, personifica la sumisión a Bruselas y a Alemania, además del miedo a Moscú.

Lo que para Polonia debería ser un orgullo, ver a su líder en la cúpula de Bruselas, para el PiS fue una traición a los intereses nacionales. Con la invasión rusa de Ucrania se recordó que, bajo su gestión en el Gobierno, recortó el presupuesto del Ejército y no impulsó la política de ayudas a la familia, jubilados y agricultores propiciada bajo el Ejecutivo del PiS.

Por encima de todas esas acusaciones planea la rivalidad con Kaczynski, a quien Tusk derrotó en las urnas en las generales que le convirtieron en jefe del Gobierno. Antes que eso, había experimentado la derrota ante su hermano gemelo, Lech Kaczynski, contra quien luchó por las presidenciales en 2005 para acabar perdiendo.

De la rivalidad a la hostilidad

De esa rivalidad política se pasó a la hostilidad personal a raíz de la catástrofe de Smolensk, el aeropuerto ruso donde se estrelló el aparato presidencial en que viajaban Lech Kaczynski y otras 95 personas, entre ellos diputados, militares de alto rango y representantes de la Iglesia. No hubo supervivientes. Fue un trauma nacional de la historia reciente polaca. Jaroslaw y Lech habían compartido el poder en una breve etapa, como primer ministro y en la presidencia. El accidente ocurrió en medio de una espesa niebla, pero el líder del PiS sigue sosteniendo que lo precipitó una presunta "trama rusa" o que Tusk lo facilitó por negligencias en los preparativos del viaje.

Tusk había estado apartado de la política polaca desde que se marchó a Bruselas. A su presidencia del Consejo Europeo siguió el liderazgo de los populares europeos. El PO entró entonces en una fase de debilidad, con nuevos liderazgos que no se consolidaron. El último en intentarlo fue el actual alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowki, un político carismático y captador del voto joven. Pero el alcalde fue derrotado en las presidenciales de 2021 por Duda. Estaba en el aire si la lucha por las generales iría ahora a cargo de uno u otro. Finalmente, Tusk impuso su candidatura, en contra de la opinión de los partidarios del alcalde, pero con la aureola de quien ya anteriormente venció a un Kaczynski, Jaroslaw, en las urnas.

Todo apunta a que fue una estrategia correcta. Las generales del domingo registraron una participación del 73%, el cifra récord desde la caída del comunismo y las primeras elecciones al Sejm, la cámara de diputados, en 1989. Tusk movilizó a una base electoral mucho más amplia que la que representa su PO, amparado en su perfil conciliador y capaz de imprimir optimismo frente al conservadurismo reaccionario identificado con el apellido Kaczynski. 

Está casado con Malgorzata Tusk, una historiadora, y tiene dos hijos adultos, incluida una hija que es una conocida bloguera de moda. Tusk es un orgulloso Kashub, una minoría eslava de la región de Gdansk. Descubrió sus raíces de adulto, lo que le inspiró a aprender el idioma.