50 años del golpe de Estado

Menos del 50% de los chilenos opina que Pinochet fue un dictador

Los desacuerdos sobre el pasado se solapan con las divergencias del presente, el sostenido avance de la ultraderecha y el dictamen de sentencias judiciales contra exrepresores de alto contenido simbólico

Augusto Pinochet realiza el saludo militar durante un desfile en Santiago de Chile, en 1986.

Augusto Pinochet realiza el saludo militar durante un desfile en Santiago de Chile, en 1986. / ARCHIVO

Abel Gilbert

El 7 de septiembre, la televisión chilena estrenará Los mil días de Allende. La serie que dirige Nicolás Acuña, y es narrada por el imaginario Manuel Ruíz, un personaje inspirado en el abogado valenciano Joan Garcés, quien se desempeñó como asesor del líder de la Unidad Popular (UP), llega a las pantallas en medio de las tensiones que suscita el 50 aniversario del sangriento golpe Estado. No podía ser de otra manera: vive aún a la sombra del 11 de septiembre de 1973, aunque el 75% de sus actuales habitantes no habían nacido cuando los aviones Sea Harrier bombardearon el Palacio de la Moneda. Los desacuerdos sobre el pasado se solapan con las divergencias del presente, el sostenido avance de la ultraderecha y el dictamen de sentencias judiciales contra exrepresores de alto contenido simbólico.

Apenas un 47,5% de los chilenos estima que el general Augusto Pinochet (1973-1990) fue un dictador, de acuerdo con una reciente encuesta de la consultora Pulso Ciudadano en el marco de los 50 años. Un sondeo de mayo pasado de CERC MORI ya había insinuado un alarmante cambio de percepción del golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende: un 36% de los consultados justificó la asonada contra Allende porque "liberó a Chile del marxismo". Dos décadas antes, solo un 16% de las personas creían que los militares "tenían razón para el dar el golpe de Estado".

A comienzos de la semana se conoció otra investigación llevada a cabo por la Universidad Alberto Hurtado y la empresa de estudios de opinión Criteria. Un 91% de los entrevistados valora las elecciones libres, mientras que un 88% defiende los derechos humanos. La tolerancia es, sin embargo, un valor para el 64% de los entrevistados. Un 60% justifica a su vez el autoritarismo bajo ciertas situaciones.

A contracorriente

Los esfuerzos del Gobierno del presidente Gabriel Boric por encontrar un espacio de consenso para abordar la conmemoración no solo chocan con la derecha, que en su ala más dura domina el Consejo Constitucional. Las disputa interpretativa remece además a la izquierda y la centroizquierda.

Desde que comenzó el año, el ejercicio de la memoria ha dado un paso adelante y, al mismo tiempo, retrocedió varios casilleros. No ha dejado de ser excepcional la presencia en junio del Comandante en jefe de la Armada, almirante Juan Andrés de la Maza, en la Isla Dawson, 2200 kilómetros al sur de Santiago, donde el régimen levantó un campo de concentración tras la asonada, con el asesoramiento del exSS Walter Rauff. "Nunca más, que estos hechos no ocurran nunca más, ni aquí, ni ojalá en ninguna parte del mundo", señaló allí De La Maza. El senador socialista Fidel Espinoza (PS) valoró el mensaje. "Ha sido un avance muy importante de la Armada porque antes había un negacionismo rotundo".

Hora del revisionismo

Pero esos reconocimientos acaban de ser puesto en entredicho nada menos que por el expresidente de derechas Sebastián Piñera quien, a diferencia de su hermano José, un ariete económico de la dictadura, siempre fue antipinochetista. Al calor de los nuevos reacomodamientos, que marcan un claro retroceso de la izquierda, el magnate consideró que "al final", el golpe de 1973 "no era evitable" porque la Unidad Popular no buscaba construir el socialismo apegada a las normas constitucionales sino "establecer una dictadura marxista". Piñera no hizo más que sumar su voz a un coro reivindicativo o indulgente frente a aquel 11 de setiembre.

El Congreso se ha convertido en caja de resonancia de estas discusiones. El bloque de derecha y ultraderecha encontró los votos suficientes para aprobar la lectura de la declaración que hizo la Cámara de Diputados el 22 de agosto de 1973 y durante décadas se utilizó para justificar el derrocamiento. Aquellos legisladores de la oposición llamaron medio siglo atrás a "poner inmediato término a todas las situaciones", que a su criterio, "infringen la Constitución y las leyes", con el propósito "de encauzar la acción gubernativa por las vías del Derecho y asegurar el orden constitucional de nuestra patria y las bases esenciales de convivencia democrática entre los chilenos".

 "Lo peor que nos puede pasar, al cumplirse medio siglo de la tragedia, es que repitamos la polarización", advirtió el cientista político Gabriel Gaspar, en una columna publicada por El Mostrador.

El giro se corresponde con la nueva relación de fuerzas surgida de las derrotas en las urnas de la izquierda en manos de la derecha y la ultraderecha. Primero, en setiembre pasado, cuando se rechazó a través del voto la aprobación de una Carta Magna de corte progresista. Luego, en mayo, momento en que quedó conformado el Consejo Constitucional con mayoría de nostálgicos de la era militar. Estos cambios no han sido aislados. Se verifica un reacomodamiento de las opiniones en relación al golpe militar y la propia figura de Pinochet.

Un libro se suma al debate

Antes de la llegada de Los mil días de Allende a la televisión, se publicaron las memorias inéditas del expresidente Patricio Aylwin quien, en 1973, había sido uno de los dirigentes más importantes de la Democracia Cristiana, opositora a Allende, y tuvo un importante protagonismo en los hechos que no se pueden olvidar. La aparición de La experiencia política de la Unidad Popular 1970-1973 no pudo sino provocar revuelo. Aylwin se desempeñó como presidente del Senado y fue testigo privilegiado y muy crítico del fallido intento de la Unidad PopularA pesar de sus marcadas diferencias, repite dos veces en sus páginas una pregunta que adquiere por estas horas mayor pertinencia: ¿se hizo lo imposible para evitar el desgraciado desenlace? La expresidenta Michelle Bachelet valoró especialmente ese interrogante planteado al principio y al final de un libro que, destacó, "es clave" para recuperar la "serenidad" al volver la mirada sobre ese mes desgraciado. Bachelet participó de la presentación de las memorias y deslizó ante los presentes su inquietud frente a "discusiones en el ámbito público donde se cuestionan cosas que, a nuestro juicio, no son cuestionables". Y por eso subrayó, acaso sin el efecto deseado: "no se puede justificar un golpe de Estado jamás".