Un futuro sostenible

Francia quiere fabricar un avión menos contaminante antes del final de la década

Los planes para impulsar un avión que emita bastantes menos emisiones de CO2 no son nuevos, pero Macron quiere acelerarlos

El presidente francés, Emmanuel Macron, durante el foro Globasec, este miércoles en Bratislava.

El presidente francés, Emmanuel Macron, durante el foro Globasec, este miércoles en Bratislava. / AFP

Enric Bonet

Fabricar un avión menos contaminante. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha anunciado este viernes una inversión de 8.500 millones de euros en los próximos cuatro años para lograr este objetivo. Su Gobierno pretende “preparar las rupturas tecnológicas del sector de la aviación y desarrollar el primer avión ultrasobrio”, según ha explicado durante una visita en una planta del fabricante aeronáutico Safran, pocos días antes de que empiece en la región parisina el Salón Internacional de Aeronáutica y del Espacio.

Los planes para impulsar un avión que emita bastantes menos emisiones de CO2 no son nuevos, pero Macron quiere acelerarlos. El dirigente centrista confía en que su fabricación resulte posible “antes del final de esta década”. En concreto, una parte de estas inversiones servirá para financiar el proyecto del motor RISE, desarrollado por Safran y la estadounidense General Electric y que podrá funcionar al 100% con biocombustibles o con hidrógeno verde. El Estado invertirá unos 300 millones anuales —el triple de la cifra actual— para respaldar este tipo de actividades. También se beneficiará de estos fondos el fabricante europeo Airbus, que trabaja en la concepción para 2035 de un avión con hidrógeno verde, que no emitirá CO2.

Hacer más competitivos los biocombustibles

Además de nuevos tipos de naves, el Ejecutivo galo quiere desarrollar el sector de los biocombustibles. Actualmente, los aviones ya pueden llenar sus depósitos con un 50% de combustibles de este estilo producidos a través residuos naturales y materias renovables. Pero los biocombustibles representan apenas el 1% del carburante utilizado por los aviones en Francia. El motivo de ello: resultan mucho más costosos que el keroseno, que continúa recibiendo subvenciones públicas pese a ser muy contaminante. Por consiguiente, la administración gala invertirá unos 200 millones para impulsar una nueva fábrica de biocombustibles en el sur del país. “Queremos proporcionar 75.000 toneladas de keroseno sostenible —el 15% de la producción—” en 2030, ha indicado Macron.

El Gobierno francés también ha previsto destinar unos 50 millones de fondos públicos y 200 de privados al desarrollo de avionetas de hidrógeno, destinadas a los viajes privados de políticos, hombres de negocios, deportistas u otro tipo de persona adineradas. Pese a representar un 10% del total del tráfico aéreo en Francia, este tipo de viajes genera una gran controversia en el país vecino al ser muy contaminantes. La Asamblea Nacional debatió y rechazó a principios de abril una propuesta de ley para prohibirlos.

Competencia de EEUU y China

Después de la caída del tráfico aéreo en 2020 debido a la pandemia, este sector vuelve a crecer. Aunque se trata del medio de transporte más contaminante —representa cerca del 3% de emisiones de CO2 en el mundo—, está previsto que en las dos próximas décadas se duplique el número de aviones en circulación en el mundo (hasta 46.000). Esto se deberá al crecimiento en los mercados chino e indio.

Ante esta tendencia, las autoridades galas ven en el “avión verde” una manera de resolver la difícil ecuación de combatir el cambio climático y apoyar las empresas aeronáuticas, pese a las advertencias de oenegés ecologistas, como Transports & Environnement, sobre los límites de los biocombustibles, que consumen terrenos dedicados a la alimentación humana o animal. No obstante, el sector aeronáutico es crucial para Francia, uno de los países europeos que ha sufrido una mayor desindustrialización. El país vecino cuenta con más de 4.000 empresas de este tipo y 200.000 trabajadores en el sector. 

París aspira a posicionarse en el pelotón de salida de la competitiva carrera para desarrollar transportes aéreos menos contaminantes. China invierte cada vez más en ello, pero también Estados Unidos. Aprobada en el verano del año pasado, la Ley estadounidense de Reducción de la Inflación incluye subvenciones multimillonarias a los biocombustibles. En medio de esta competencia feroz, los 8.500 millones anunciados por Macron corren el riesgo de quedarse cortos.