Es habitual que Facebook, Instagram y Twitter desarticulen campañas coordinadas de desinformación que apoyan los intereses de Rusia, China o Irán. Sin embargo, por primera vez las plataformas han bloqueado una operación encubierta patrocinada por Estados Unidos que usaba una red de cuentas para promover perspectivas prooccidentales entre usuarios de Oriente Medio y Asia.

Según ha revelado un nuevo informe de la empresa de análisis de redes sociales Graphika y la Universidad de Stanford, la campaña digital desmantelaba fomentaba narrativas sobre política internacional que se alinean con la visión de Occidente como la defensa de Ucrania y las críticas a Moscú, Pekín y Teherán. Así, esas cuentas compartían medios de comunicación financiados por el gobierno de EEUU, como Radio Free Europe y Voice of America, en las que se acusaba al Kremlin de matar a civiles inocentes. Esas noticias compartidas contenían enlaces a sitios web patrocinados por el ejército estadounidense.

Se trata así de la primera vez que Meta, empresa matriz propietaria de Facebook e Instagram, y Twitter actúan para bloquear una campaña coordinada de influencia prooccidental en el extranjero al considerar que infringe sus normas. Una portavoz de Meta lo ha confirmado mientras que Twitter no ha hecho ningún comunicado al respecto.

Los investigadores que han adelantado la desarticulación de esas campañas han destacado su limitación para influenciar a sus objetivos. "La gran mayoría de las publicaciones y tuits que revisamos no recibieron más que un puñado de likes o retweets", han explicado.

Manipular: un lucrativo negocio

En los últimos años las grandes plataformas sociales han acentuado sus mecanismos para detectar este tipo de campañas de propaganda y desinformación. Y lo han hecho presionadas por la proliferación de un opaco negocio de manipulación psicológica que, según cálculos conservadores, habría movido unos 60.000 millones de dólares desde el 2009.

En los últimos años no han parado de crecer las consultorías políticas destinadas a la fabricación estratégica de campañas de bulos para tratar de influenciar y manipular a ciudadanos de todo el mundo e influir en procesos electorales críticos como las elecciones. Un estudio de la Universidad de Oxford identificó el 2020 hasta 65 de esas compañías que lanzaron estas operaciones en 48 países.