El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, confirmó el jueves que un testigo implicó a soldados en la desaparición de 43 estudiantes en 2014 en el estado sureño de Guerrero que sacudió al país.

El ataque a los aprendices de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa el 26 de septiembre de 2014 desató protestas generalizadas en todo el país.

El testigo, conocido como "Juan", dijo que los soldados detuvieron a un grupo de los estudiantes, los interrogaron en la base del ejército en la ciudad de Iguala y luego los entregaron a una banda de narcotraficantes, según una copia de su testimonio reportada por el periódico Reforma.

¿Estudiantes asesinados?

El ex ministro de Defensa, Salvador Cienfuegos, recientemente detenido por cargos de narcotráfico que luego fueron retirados, se negó durante mucho tiempo a permitir el acceso de los investigadores a los soldados de la base por su posible participación en la masacre.

El testigo dijo que miembros de la banda Guerreros Unidos descuartizaron a algunos de los estudiantes con machetes y llevaron sus restos a un crematorio controlado por la banda, mientras que otros fueron disueltos en ácido, informó Reforma.

La evidencia fue sembrada en un basurero, dijo el testigo, para apoyar una narrativa impulsada por el gobierno federal en ese momento. El testimonio del testigo está incluido en la investigación de la Procuraduría General de la República sobre el caso.

Acusación al ejército y a la policía

López Obrador confirmó que el reportaje de Reforma reflejó el testimonio en la investigación. "Lo que publicó Reforma está en el expediente de la fiscalía. No sé cómo lo obtuvieron, pero es real", dijo López Obrador. Advirtió que las acusaciones se basan en un solo testigo. "No podemos decir que eso es lo que pasó", añadió, durante una rueda de prensa habitual

El testigo dijo que los comandantes militares y la policía aceptaron sobornos de Guerreros Unidos. Su testimonio también implicó al jefe de policía de Ciudad de México, que recientemente sobrevivió a un intento de asesinato.

El jefe, Omar García Harfuch, trabajaba entonces en Guerrero. El jueves negó "categóricamente" las acusaciones, diciendo que no tenía nada que ocultar.

Los abogados de los familiares del estudiante expresaron su preocupación por la posibilidad de que la investigación se vea comprometida por la filtración de testimonios.