Jamal Khashoggi entró el 2 de octubre a las 13:14 horas en el consulado de su país, Arabia Saudí, en Estambul y justo entonces, en el mismo momento de entrar, fue asfixiado hasta morir. Entonces, tras su muerte, su cadáver fue descuartizado y, después, destruido y desechado. La secuencia de los hechos fue algo planificado con antelación: los 15 saudís que vinieron ese día desde Riad a Estambul sabían perfectamente lo que venían a hacer. Y lo hicieron. Esta fue la versión que publicó ayer la Fiscalía de Estambul en un comunicado en el que, además, criticó a las autoridades saudís por la falta de colaboración en la investigación en curso. «Aún con nuestros esfuerzos bienintencionados de revelar la verdad, no hemos sacado ningún resultado de nuestros encuentros [con el fiscal general saudí, Saud Al Mujab]», reza el comunicado.

Al Mujab viajó expresamente a Estambul el pasado domingo para reunirse con los jefes de la investigación turca y ayudar a resolver la crisis. Pero su visita no ha servido de mucho: la Fiscalía turca se queja de que no ha colaborado ni aportado informaciones nuevas. Esta última versión de los hechos ha confirmado algunas de las filtraciones que fuentes anónimas de la Policía y el Gobierno turco han estado, estas semanas anteriores, difundiendo a través de la siempre fiel prensa turca y los medios internacionales.

La investigación turca apuntaba, hasta ahora, a que Khashoggi fue descuartizado vivo; que grabaciones audiovisuales demostraban que los dedos del periodista fueron cortados con un serrucho de cortar huésos uno a uno mientras él gritaba. Que Khashoggi estuvo siendo descuartizado y gritando durante siete minutos exactos para, luego, morir.

Ahora, la Fiscalía turca, aunque sin mencionarla, ha desechado esa versión, aunque, como viene siendo costumbre con este caso, no aporta ninguna prueba al respecto. De hechos consumados, en este suceso, hay muy pocos: que Khashoggi fue asesinado dentro del consulado. Que un grupo de 15 saudís llegaron al edificio unos minutos antes que el periodista. Que esa misma tarde se fueron de vuelta a su país. Nada más. Esta última versión de lo ocurrido, además, también desmentiría las excusas puestas por las autoridades saudís. Después de negar que Khashoggi fuese asesinado, Riad dijo que el periodista murió en una pelea posterior a un interrogatorio en el consulado.

El caso Khashoggi está costando caro a la monarquía del Golfo y a sus aventuras en el exterior. El Gobierno de Estados Unidos instó a los bandos de la guerra en el Yemen -la coalición saudí, apoyada por Washington, y los rebeldes hutís, respaldados por Irán- a que pacten un cese el fuego a lo largo de los próximos 30 días para negociar, después, un fin al conflicto.

Washington quiere que Riad deje de bombardear Yemen, un país en guerra desde el 2015 y en el que han muerto unas 10.000 personas. La ONU califica este conflicto como la peor catástrofe humanitaria del mundo en la actualidad. Un desastre humanitario que no sería posible sin el bloqueo naval y aéreo saudí.