Japón entierra 70 años de pacifismo ejemplar contra la opinión pública, la oposición política en pleno, las acusaciones de ilegalidad y las enseñanzas de la Historia. Shinzo Abe, primer ministro, consiguió ayer que la Cámara Baja del Parlamento aprobase un paquete de reformas legales que permitirá a las tropas japonesas participar en guerras lejanas y más que probablemente estimuladas por Estados Unidos.

Las reformas aplican la relectura del artículo 9 de la Carta Magna aprobada el pasado año por el Ejecutivo y que hasta ahora prohibía a Japón resolver los conflictos por la fuerza y declarar la guerra a ningún país. El Partido Liberal Democrático de Abe y sus socios de coalición, los budistas Nuevo Komeito, aprobaron ayer las cuatro enmiendas que han dividido al país. Solo falta su paso por la Cámara Alta, donde la aplastante mayoría de Abe deja escaso margen a la sorpresa.

La votación fue tan fragorosa como se esperaba. El Partido Democrático (PD) y otras cuatro formaciones abandonaron el Parlamento antes de la votación y calificaron la jornada como "una mancha en la democracia".

El primer ministro aclaró que la "situación de seguridad alrededor de Japón es cada vez más complicada" en alusión a la creciente beligerancia china y a los tradicionales desmanes norcoreanos. "Es necesario para proteger las vidas del pueblo japonés y prevenir una guerra antes de que surja", añadió. Gran parte de la población no comparte la sensación de asedio de Abe y algunos juristas opinan que las reformas son inconstitucionales.

Las encuestas revelan que más del 60% de los japoneses se opone al mayor cambio en la política de defensa desde que terminara la Segunda Guerra Mundial. Y los críticos temen que sus tropas sean arrastrados en cualquier iniciativa bélica de Estados Unidos, el gran aliado de Tokio en la región.