Tres décadas después de alcanzar el poder por un golpe militar, el opositor Muhammadu Buhari se convirtió ayer en el primer nigeriano en deponer a un presidente a través de las urnas, tras unas reñidas elecciones que le han colocado al frente de la mayor economía de Africa y una de sus democracias más turbulentas.

El presidente Goodluck Jonathan llamó por teléfono a Buhari, su principal rival y candidato del opositor Congreso de Todos los Progresistas (APC, en inglés), para felicitarle por la victoria y reconocer su derrota, un gesto que para muchos ayudará a desactivar posibles disturbios protagonizados por los seguidores de Jonathan.

A falta del escrutinio en el estado norteño de Borno, APC se imponía con un 53% de los votos al gubernamental Partido Democrático del Pueblo (PDP), que habría logrado el 45% de los sufragios, según datos oficiales.

El PDP de Jonathan ha dirigido el Gobierno de Nigeria desde el fin del régimen militar en 1999, pero últimamente había perdido popularidad debido a una larga cadena de escándalos de corrupción y al avance imparable del grupo terrorista islamista Boko Haram en el noreste del país.

Los comicios, los más disputados en la historia de la democracia nigeriana, han estado marcados por la polémica y por las denuncias de fraude electoral.