Lo que los partidos políticos griegos no han logrado en una semana --formar un Gobierno de coalición-- está ahora en manos del anciano presidente de la República, Karolos Papulias. En él reside la última esperanza de que Grecia pueda pactar un Gobierno de coalición entre las formaciones del fragmentado Parlamento heleno y, por tanto, no deba repetir las elecciones.

Aunque Papulias aseguró que encara estas últimas negociaciones con "cierto optimismo", todos son conscientes de la dificultad. Los conservadores de Nueva Democracia (ND), los socialdemócratas del Pasok y los centroizquierdistas de Dimar --primera, tercera y séptima fuerza política-- han llegado a un principio de acuerdo para formar un Gobierno con una duración de dos años, que trabajaría por mantener al país en el euro y renegociaría las draconianas medidas de austeridad del memorando impuesto por Bruselas.

Pero exigen que la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza), segunda fuerza política y con creciente apoyo, forme parte del Ejecutivo. Syriza reiteró ayer que "no ve razones" para formar parte de ese Gobierno, puesto que los dos partidos que firmaron el memorando --Pasok y ND-- tendrían mayoría suficiente para bloquear cualquier iniciativa antirrecorte que tomasen los izquierdistas dentro del Ejecutivo.

El presidente de la República recibirá hoy conjuntamente a los líderes de ND, Syriza y Pasok para tratar de forzar un acuerdo entre los tres partidos más votados en las elecciones del pasado domingo, y posteriormente se reunirá, por separado, con los jefes de las otras cuatro formaciones políticas que obtuvieron representación parlamentaria, incluido el neonazi Amanecer Dorado. Si Papulias no logra forzar el pacto, Grecia deberá volver a las urnas el mes que viene.