Los enfrentamientos entre tropas sirias y desertores regresaron ayer a los suburbios de Damasco y miles de ciudadanos se lanzaron a protestar en las calles tras la oraciones del viernes, mientras en Ginebra y en Nueva York Naciones Unidas proseguía sus esfuerzos diplomáticos, hasta ahora inútiles, para intentar frenar la crisis. "Creo que tenemos que afrontar la situación con mucho cuidado. Cualquier error de cálculo puede conllevar una escalada de tensión que tendría un gran impacto en la región, lo cual sería extremadamente peligroso", dijo Kofi Annan, exsecretario general de la ONU y actual enviado especial del organismo y la Liga Arabe a Siria.

Annan urgió desde Ginebra a todos los componentes del Consejo de Seguridad a enviar un mensaje firme y, sobre todo, unánime de apoyo a su misión. Esta se reanudará el domingo, con el viaje a Damasco de un equipo técnico, que, en el caso de lograr avances, despejará el camino para un segundo viaje personal de Annan.

DISCRECION Ni el exsecretario general ni los miembros del Consejo que le escucharon en Nueva York mediante videoconferencia quisieron dar detalles sobre la sesión. Tampoco en Ginebra se habló oficialmente de las reuniones bilaterales que Annan mantuvo con China y Rusia, pero fuentes diplomáticas aseguraron que Annan pidió a Moscú que preste su colaboración para presionar a Bashar al Asad.