En la larga lista de gastos que los diputados británicos pueden cargar al erario público no figuran las películas pornográficas. De ahí el sonrojo de la ministra del Interior, Jacqui Smith, al advertir, demasiado tarde, que la factura por el paquete de internet y televisión que presentó en junio contenía algunos extras dudosos que hizo su marido, Richard Timmey.

Este aprovechó un par de ocasiones en que su esposa no estaba en casa para entretenerse con dos películas para adultos al precio de 6 euros cada una. La huella del delito quedó impresa en el recibo de Virgin Media, la compañía suministradora, por un total de 72 euros, y en el que también figuraban otros filmes menos tórridos.

Fuentes próximas a la ministra afirman que, cuando supo del desliz, "se puso lívida" y furiosa, y "le pegó una buena bronca" a su marido, quien ayer pidió públicamente perdón. "Lamento la vergüenza que haya podido causar a Jacqui. Entiendo perfectamente que la gente esté enfadada y se sienta ofendida por lo ocurrido", afirmó abochornado ante las cámaras Timmey.