Mientras EEUU afila el hacha de guerra, los iraquíes andan vestidos de domingo, disfrutando del Aid el Adha (Fiesta del Sacrificio), como si el ataque que se les viene encima no tuviera nada que ver con ellos. Desde luego el ambiente que había ayer en Luna Park, un parque de atracciones de Bagdad, no es precisamente el que uno se imagina en una ciudad que va a ser atacada por la mayor maquinaria militar del planeta.

Decenas de familias y niños inundan el parque y se agolpan en las colas para subir a norias y tiovivos del paleolítico. En el aire no se respira ansiedad ni tensión, sólo griterío y risas.

LA SOBERBIA DE EEUU

"Que estemos aquí jugando, paseando y riendo es un reto a la soberbia de EEUU. Es el Aid, estamos contentos y Bush no lo puede evitar", explica Mohamed Said Yasin, un periodista del diario Al Zaura, que ha salido a pasear con su mujer y sus cuatro hijas.

Pero, ¿cómo pueden los iraquíes estar tan tranquilos? ¿Cómo pueden vivir estos momentos de incertidumbre con esta normalidad? La respuesta que dan todos es que la guerra es parte de su vida cotidiana. "Estamos acostumbrados a la guerra. Primero, fueron ocho años de guerra con Irán, luego la guerra del Golfo, una década de bloqueo y ataques aéreos diarios en las zonas de exclusión. Sabemos lo que son los bombardeos y cómo resistirlos, ¿por qué tendríamos que tener miedo?", dice el comerciante Mushtaq Taleb.

"Los ataques y bombardeos ya son algo normal para nosotros. No nos angustian", asiente Mohamed Abdelhaq, un importador de hierro, de picnic con su familia. "¿Usted cree que si tuviéramos miedo al ataque iba a estar toda esta gente aquí pasándoselo en grande?". "Yo no pienso en la guerra. Lo que tenga que ocurrir, ocurrirá y punto. Será lo que está escrito, lo que Dios quiera", asegura Ibrahim, otro padre de familia.

Los centenares de críos alquilan panderetas, comen algodón dulce y se montan en las atracciones. Pero también preguntan. "Quieren saber qué va a pasar. Yo les digo a mis hijas que no se preocupen, que papá va a cuidarlas a ellas y a la casa", dice este periodista. "Les explico que los niños iraquíes van a ser como los niños palestinos, que van a defender su tierra como héroes y que van a lanzar piedras contra las tanques de los americanos", añade.

Al anochecer se oye música de trompetas y tambores, grupos de gente llegan a los grandes hoteles en furgonetas engalanadas con ramos de flores. Es una boda. La amenaza de la guerra no acobarda a los iraquíes y muchos deciden casarse.

MULTIPLES BODAS

"En estos cuatro días de fiesta del Aid se van a celebrar en Bagdad 137 bodas", comenta Faisal, el empleado de un gran hotel de Bagdad. "A las amenazas de EEUU, nosotros respondemos haciendo vida normal. Ellos nos traen muerte, nosotros generamos vida. Podía haber esperado, pero he querido casarme expresamente en estas fechas para demostrar al mundo y a los americanos que, pese a sus amenazas, los iraquíes seguimos aferrados a la vida", dice el recién casado Raed Faisal en el vestíbulo del hotel Meridian. "Con nuestro matrimonio y los hijos que de él nacerán --dice Raed-- daremos una nueva generación de iraquíes que garantice que nuestro pueblo perdurará".

Otro novio, Mohamed, oficial del Ejército, no parece inquieto. "Me han dado un permiso especial para la boda y aquí estoy, como desafío a Bush".