FRANCISCO GÓMEZ

Presidente del Grupo Marjal

Ana SAMBOAL

Es un hombre cercano. De sonrisa abierta. Transmite por todos los poros de su piel que disfruta de lo que hace. Y hace mucho. Ahora, como él mismo explica, es “ojeador de campings”. Francisco Gómez estudió para ser aparejador y fue también funcionario, pero su gran pasión es su empresa, el Grupo Marjal, que creó en Alicante con su socio, José Fur, en 1979. Comenzaron levantando un pequeño inmueble de protección oficial y hoy construyen y venden viviendas turísticas personalizadas de ensueño, han creado un concepto de “camping-resort” que nada tiene que envidiar a un gran complejo hotelero y crían lubinas y doradas en su planta de acuicultura. Gómez ha dejado el día a día de la gestión en menos de la segunda generación, pero todavía tiene muchos proyectos en mente.

"El crac de 2007 expulsó a los advenedizos que habían llegado al sector inmobiliario y yo me alegré"

"Aquello fue una locura, los bancos empujaban para que nos matáramos unos a otros, y que los especuladores funcionaran"

–Usted compra un terreno de 400.000 metros cuadrados para hacer un camping y de repente llega la crisis…

–Tardaron seis años en darnos la licencia. Construimos en uno. El 11 del 11 del 11 abrimos.

–¿Quién viene a un camping en Navidad?

–Nuestros clientes de invierno. Las caravanas hacían cola para entrar. Cuando abrimos el primero, en Guardamar, no nos conocía nadie. Catorce años después, ya teníamos marca. Pero, claro, tú ves eso desde la perspectiva de 2004, con un entorno único, boyante y llega 2008 y esto hace crac.

El presiente del Grupo Marjal, durante la entrevista. | ÁLEX DOMINGUEZ
–¿No les dio miedo de que pudiera engullir el trabajo de una vida?

–Un empresario asume riesgos. Y cuando uno tiene la firme creencia de que esto puede ser un éxito, pues te la juegas.

–Pero se la juega haciendo una inversión importante.

–Te ves en 2009, con cuatro millones de inversión más el terreno, ya estábamos en el fondo de la crisis más terrible y, te lo digo sinceramente, para mí fue una huida hacia adelante. Dices: con lo que hay aquí metido, esto hay que hacerlo. Además, con el convencimiento personal, porque yo fui el que tiró de este proyecto. Mi socio se me quedaba un poco ladeado: ¡tú estás loco! “Estoy loco, Pepe, pero vamos”. Y llegamos a 2010, cuando nos dan la autorización y llamé al responsable de la Caja del Mediterráneo, que me amenazaba: si no te financio eso, no te hablo más. Y le dije: oye, esto ya está. Y entonces eran necesarios tres o cuatro bancos. Fue una cosa detrás de otra. Y decías: tiro la toalla, pero no puedo tirar la toalla. Con la inversión que tenemos aquí, esto tiene que ir. Piensas: si nací en cueros y sin dientes y voy a morir igual, ¿ahora me voy a achantar? ¡No pasa nada! Si me tengo que ir a ver obras y a trabajar otra vez de aparejador, me voy. Y la verdad es que este no era el negocio principal, teníamos el inmobiliario, que estaba produciendo unos beneficios anuales, te daba esa pequeña seguridad. La empresa familiar es reinversión, detrayendo lo que necesitas para vivir tú y tu familia y nada más. Además, en aquella época, avalábamos personalmente, con tu patrimonio.

–Ahora lo cuenta con una sonrisa, pero debieron ser días de zozobra.

–Momentos de agobio los tienes, pero como también firme convencimiento en el proyecto, y como el otro camping, que es Marjal Guardamar, va como una máquina, dices: esto tiene que funcionar. Paco tiraba y Pepe decía ¡cuidado, que nos la vamos a pegar! Si yo hubiera sido del mismo perfil que mi socio, no hubiera avanzado al ritmo que avanzamos. Mi visión siempre ha sido de crear modelos nuevos, de innovar, desmarcarme de la competencia. Tenemos que investigar y no competir por precio, sino por diferenciación y servicio. En 2013, tomamos una decisión estratégica. Aquí, antes de 2007, hubo una locura de especulación de suelo, las entidades financieras empujaban para que nos matáramos unos a otros y que los especuladores funcionaran. Nosotros hacíamos una vivienda de mucha calidad, le echamos al producto mucho azúcar para que esté bueno. Nos copiaron el modelo, le ponían menos azúcar y la vendían 30.000 o 40.000 euros más barata. No tenía los mismos aislamientos, ni carpintería, pero la percepción externa era parecida y el comprador extranjero decía: para venir equis meses al año, me da lo mismo. Y dijimos: se acabó, vamos a diferenciarnos del resto.

–Y ahora venden lujo residencial

–Sí, y gracias a esa decisión, desde el año 2013 el inmobiliario va creciendo a un ritmo del 25% al año.

“Si el empresario produce riqueza y usted le complica la vida, está haciendo un flaco favor al país”

–¿Cuánta gente se metió en el sector sin conocerlo y contribuyó a hundir el negocio?

–Yo me alegré. El crac de 2007 expulsó a todos los advenedizos que habían llegado al sector. Tengo una deformación profesional: a mí me gusta ver un producto terminado lo mejor posible y que no especulen con lo que yo he realizado.

–La segunda línea de negocio son los “camping–resort”.

–Queríamos diversificar. La idea es, además de para los jubilados en invierno, acercarlo a la familia. Es un modelo hotelero en verano, pero los hoteles no pueden hacer la oferta que tú haces, tú tienes una ventaja competitiva. Esa es la diferenciación. La mayor ocupación la tenemos en diciembre-enero, de extranjeros. En Semana Santa, cuando vienen los españoles, se van. Cuando empezamos, por desconocimiento, creé un problemón en el sector. en España, en los 90, el nivel de los camping era el que era. Y nosotros teníamos las calles asfaltadas, con luz, agua, desagüe, toma de antena de televisión parabólica por cada parcela, un edificio de la pera y un piscinón... Nos metimos en la asociación provincial y yo creo que hemos hecho un gran favor, porque pusimos el listón alto. Les enfadó al principio, pero luego empezaron a invertir. Esto eran negocietes familiares, no tenías calidad, era algo muy básico. A toro pasado, creamos un modelo en Guardamar que hizo que todo el sector del camping subiera de nivel.

–En España, el camping no tiene muchos adeptos.

–Cuando nos decantamos por esto, ya sabíamos que se asociaba con un cliente de poder adquisitivo y cultural bajo. Pensamos que teníamos que cambiar ese modelo, que podíamos hacer instalaciones que se diferenciaran. En Francia, Holanda, Bélgica, tienen un 20-25% de la población que es campista, que le gusta esta fórmula de vacaciones al aire libre. En España el 2%.

–¿Por qué esa diferencia?

–Por la mala imagen del camping, por las instalaciones paupérrimas que ha tenido. Se asocia a algo que no es atractivo. Cambiando el modelo, invirtiendo más, mejorando la calidad… Siempre hemos tenido clara la vocación de servicio al cliente, esa filosofía de empresa familiar cercana. En este sector y en el inmobiliario. Atendemos al cliente desde el principio al final.

–Tienen dos campings en Alicante y uno en Tarragona. ¿Habrá más?

–Mi profesión última es ojeador de campings. Para crecer adecuadamente, hemos vendido el 50% de Servicios Turístimos Marjal a Corpfin, que es un “family office”, no un fondo buitre, con el que estamos muy cómodos. A mí, esto de vender algo que te ha costado tanto esfuerzo me traumatizó en su momento. Pero me planteé: tengo 70 años, la posibilidad de crear una cadena de establecimientos a lo largo del Mediterráneo… Me dije: me voy al otro barrio y no lo veo. Con recursos propios no lo puedes hacer, así que la única fórmula es inyectar capital. Corpfin nos conoció y llegamos a un acuerdo. Dejándoles una salida, porque nuestra vocación es seguir, la suya es rentabilidad. Y nos da la posibilidad de avanzar.

–Y la tercera pata del grupo: piscifactorías.

–Un día, los hijos del patrón mayor de la cofradía de pescadores de Guardamar nos dicen que ven que la pesca tradicional se va al garete, los caladeros están esquilmados. Dijimos: esto tiene futuro. Pescado no hay, tenemos que producirlo y vamos a ver qué pasa. Ahí somos socios financieros, un profesional externo lleva la gestión y yo, ahora que tengo un poco más de tiempo libre, me estoy aficionando a los peces.

–Salvo en el automóvil, tienen participación en los sectores que más aportan al PIB. Es un termómetro de la economía fantástico. ¿Cómo la ven?

–Está bien, entre comillas. El crecimiento de estos años pasados, 2015-16-17, no sigue esa línea ascendente. Pero no hemos bajado de forma importante, mantenemos el tipo. Y España tiene expectativas de crecer este año a pesar de tener un Gobierno inestable.

“Necesitamos un marco estable que nos dé seguridad, para los empresarios lo peor es que nos cambien todo”

–¿Cuánto pesa esa inestabilidad política?

–Crea incertidumbre y no es buena. Y con los políticos que tenemos en este país, del partido que sean, me da lo mismo… La seguridad es que la ley que tenemos hoy no te la van a modificar mañana. Por ejemplo, la laboral. O los impuestos que castigan a la empresa, a las pymes familiares, que es el gran tejido de nuestra provincia, como es Sucesiones y Donaciones. ¡Ya está bien! ¿No sabe usted que nos está haciendo un daño fatal? No necesitamos para nada a los políticos, necesitamos un marco estable que nos dé seguridad. A los empresarios, lo que peor nos puede ir es que nos estén cambiando todo. Si usted viene mañana y me dice que yo ayer podía despedir a alguien pagándole x días año y ahora me dice que es el doble, me está limitando, me está fastidiando y está fastidiando a la economía. Si el empresario es el que produce riqueza y crea puestos de trabajo y usted le está complicando la vida con legislación cambiante, está haciendo un flaco favor a este país y a la creación de puestos de trabajo y riqueza. En 2016 crecimos un 3% sin gobierno. Los gobiernos de mediocres que hemos tenido y que tenemos no nos han valido para mucho, no generan bienestar y riqueza.

–¿Qué impacto ha tenido la corrupción en la Comunidad Valenciana?

–En otras regiones ha habido tanto o más, como en Andalucía, pero aquí ha tenido bastante repercusión mediática. Chorizos ha habido, los hay y los habrá. Entendiendo por chorizos gente que quiere sacar ventaja sin pegar golpe. Pero darle a un señor que es un político una varita mágica para que toque el suelo y lo pueda transformar de valor un euro a valor cien euros, sin unos controles importantes, crea putrefacción. Conociendo eso como lo conocen y lo conocemos, hay empresarios con más escrúpulos y otros con menos. Y ahí surgen todas las corruptelas. El empresario profesional que se dedica a trabajar, a crear riqueza, a crear empleo, normalmente quiere ganar el euro uno a uno y con esfuerzo.

–¿Cuál sería ese marco legal estable que necesita España?

–El impuesto de Sociedades tendría que ser un impuesto… Yo creo en el Estado del Bienestar, creo en la salud gratis para todos, en la educación para todos, etc. Pero, para tener todo eso necesitamos indiscutiblemente unos ingresos.

Francisco Gómez, en el “resort” del Grupo Marjal en Catral (Alicante). | ÁLEX DOMINGUEZ
–Crear riqueza.

–Sí, pero para mantener la mayor empresa de este país, que son todos esos funcionarios a los que ni siquiera se mide la productividad… En cualquier empresita se mide la productividad. En la mayor empresa de España, la administración pública, no se mide la productividad, no se incentiva. Pero ni en las universidades, que es el mayor nido de endogamia y más. El sector público es el que hay que controlar. Hace falta alguien que no piense solamente en cuatro años. Con esa visión no avanzaremos nunca y lo que haremos será ejercer presión sobre el sector privado, que es el que realmente produce riqueza y empleo. Y dimensionar. Hacer una convocatoria de empleo público como ha hecho Pedro Sánchez de miles de puestos de trabajo… Nosotros necesitamos alguien que mantenga el orden, una Policía, una Guardia Civil, pero el sector público está sobredimensionado. Tenemos digitalización suficiente y seguimos en los juzgados haciendo legajos. Reduzcamos el gasto público y podremos reducir los impuestos. Y este país funcionará bastante mejor. Y llega ahora, el que llegue el 28 de abril, y tendrá que negociar con tres y luego le echaremos la culpa al otro. ¡Pero dejaros de tonterías! Poneros de acuerdo en cuatro líneas importantes para que este país avance.

–¿Qué pactos hay que hacer?

–Pactos de educación. Este país no puede ser 17 trozos cada uno enseñando cosas diferentes.

–¿Devolviendo competencias?

–Yo no las habría dado. Ahora que las dieron, habría que intentarlo. Se hizo algo malo, que fue delegar en las autonomías ciertas cosas que no debían haberse delegado, porque eso ha producido Cataluña, ha producido País Vasco, puede producir Galicia y puede producir el País Valenciano o Baleares. Eso hay que reconducirlo.

–¿La influencia del nacionalismo catalán es un problema en la Comunidad Valenciana?

–Lo que no podemos es tener un proyecto centralista y pancatalanista y hay partidos que lo tienen. Cuando tenemos la quinta provincia de España, que es Alicante, con un tejido empresarial de pymes que es la pera, lo que no podemos es cargarnos la provincia y fragmentarla en nueve comarcas. Y hay partidos y políticos que quieren fragmentarla y centralizarlo todo en Valencia, que es lo que hizo Cataluña centralizando en Barcelona.

–¿Es contraproducente?

–Es lo mismo que imponer el valenciano en la Vega Baja del Segura. Yo soy de la Vega Baja. Mi padre, mi madre han sido castellanoparlantes, ¿tú crees que puedo ser valenciano-parlante? Por convicción, no. Si no me queda más remedio porque tengo que conseguir una oposición, tendré que estudiar valenciano, pero prefiero hablar castellano, que lo hablan 500 millones de personas. Respetemos nuestra cultura. Yo soy alicantino y después español. Y valenciano porque vivo en la Comunidad Valenciana, pero me siento español cien por cien. Imposiciones como estos partidos políticos pretenden, como el valenciano o centralizarlo todo en Valencia y además con una visión pancatalanista, cuando tú has visto el ejemplo catalán… Y, además, controlando la educación… ¡Pero si yo soy español, si aquí el sentimiento es España! En el sur de la provincia de Alicante, somos españoles por encima de todo. Cógete los resultados de esta zona después de las elecciones autonómicas y verás qué partido sube hacia arriba. Sí, sí: Vox.

–¿El voto será en clave nacional?

–En zonas como esta, que están siendo presionadas con imposiciones, van a decir: aquí no. Estoy convencido.

“La subida del salario mínimo hará que la economía sumergida siga creciendo”

–¿Cuáles son los otros grandes pactos necesarios?

–En el tema laboral hay que hacer un gran acuerdo como el Pacto de Toledo.

–¿Qué necesita el mercado laboral?

–Más libertad. Que tenga unos mínimos, porque todavía queda algún explotador. Pero el empresario de hoy, a excepción de este tipo que ya te digo que quedan muy pocos, es bastante social, quiere una sociedad justa. Y vamos a pagar un salario justo. Si tenemos una sociedad culta, formada, con empresarios que son empresarios de verdad, que no son especuladores y negociantes, que hay alguno, dejémosles libertad y controlemos la economía sumergida, que es la que hace que tengamos gente cobrando 400-500 euros. Es lo que hay que vigilar.

–La subida del SMI, ¿qué impacto ha tenido?

–Tendrá impacto fundamentalmente en la agricultura, porque se pagan unos salarios bastante bajos. Lo que va a hacer es que la economía sumergida siga creciendo. Es que lo que le estamos poniendo son palos a las ruedas de la máquina. Estoy de acuerdo en que vivir con 900 euros hoy debe ser lo mínimo, pero vamos a hacerlo de otra forma para que no haya un crac. Nosotros no pagamos a nadie menos de 900 euros, con la imposición y sin la imposición. Pero en algún sector puede hacer daño.

–¿Cuál será el próximo negocio del Grupo Marjal?

–El asociarnos con Corpfin para ganar recursos es generar ese proyecto de red de “resort” a lo largo del Mediterráneo español. Ese es el reto inicial y más próximo. Crecer creando casas diferenciadas en el inmobiliario turístico es el otro reto. Y mejorar. Pero, al mismo tiempo, me gustaría romper con el modelo tradicional de vivienda, construir uno en el que tuviéramos cosas que compartir en un edificio o urbanización, elementos comunes. Una sociedad como esta, en el futuro, tiende a tener tu unidad habitacional pequeña y luego muchos espacios comunes para convivir con personas que tengan tu edad, tu forma de pensar y que puedan agruparse. Y tener el capital suficiente para poder alquilar eso, no venderlo.

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